A veces, incluso nos sorprende que estos pacientes puedan recordar ciertas vivencias de forma tan clara. Es así porque la idea generalizada es que una persona con demencia ya no puede recuperar nada.
Una de las sorpresas que nos da nuestro cerebro es la memoria específica que tiene para la música. ¿No sorprende que Tony Bennett haya cantado recientemente en un dueto con Lady Gaga a pesar de que padezca alzhéimer? Las ciencias que estudian la relación entre funciones cognitivas y el cerebro (neuropsicología y neurociencia) nos dan una respuesta a este curioso fenómeno.
¿Hay una memoria específica para la música?
Para estudiar si existe una memoria específica para la música en estos pacientes podemos investigar sus sustratos neurales. Es decir, saber qué áreas concretas del cerebro procesan estos recuerdos.
Con esta información, solamente tendríamos que ver si dichas zonas están afectadas en personas con enfermedades neurodegenerativas. Esto sería posible, dado que ya conocemos qué zonas se deterioran en los pacientes con este tipo de afecciones según el estadio de la enfermedad.
La neurociencia de la música nos dice que hay múltiples áreas del cerebro que están implicadas en el proceso de recordar las canciones.
Algunas de ellas se solapan con redes neurales que tienen otras funciones, como la percepción, las funciones ejecutivas, el lenguaje, entre otras.
La percepción de la música es compleja. Durante el proceso, nuestro cerebro computa mucha información (ritmo, melodía, armonía y métrica) del mismo modo que hace cuando aprendemos el lenguaje. Además, también intervienen otras áreas tanto motoras como de memoria a largo plazo, así como todos los circuitos neurales de las emociones.
¿Dónde almacenamos los recuerdos musicales?
Dada la complejidad de los sistemas neurales, parece casi imposible predecir de manera exacta si los pacientes con demencia pueden o no recordar la música. Pero, el único estudio que ha estudiado las bases neurales en pacientes con alzhéimer ha conseguido dar algunas respuestas. Recordemos que el resto de trabajos sobre este tema han estudiado solamente los recuerdos de la música.
Estos investigadores estudiaron cómo funciona la memorización de la música en personas sanas. Su objetivo era definir qué áreas se activan cuando reconocemos canciones aprendidas recientemente y cuáles al percibir temas escuchados en tiempos más lejanos en comparación con canciones desconocidas.
Los resultados de esta primera investigación indicaron que hay dos áreas que se encargan de recuperar nuestros recuerdos musicales: la corteza premotora y el giro cingulado anterior. Una vez que obtuvieron estos resultados en personas sanas, hicieron el estudio con pacientes con demencia de Alzheimer.
Entonces el grupo se percató de que los pacientes podían recordar canciones aprendidas en el pasado más lejano, pero no las aprendidas recientemente. Posteriormente observaron qué parte del cerebro respondía más al recuerdo de estas canciones.
Así encontraron, efectivamente, que la corteza premotora y el giro cingulado anterior eran las zonas que se activaban más ante las canciones escuchadas hacía muchos años. Con las canciones aprendidas recientemente y con las desconocidas también había algo de actividad en estas zonas del cerebro, pero para la música antigua la activación era significativamente superior.
Por otra parte, otras investigaciones nos dicen que estas áreas son las que más resisten a la neurodegeneración y pueden estar relativamente funcionales en estadios más avanzados de la enfermedad. Por esta razón, los pacientes pueden recordar música y no otro tipo de información.
Los sistemas de memoria y la música
Estos resultado no son sorprendentes, ya que los pacientes con este tipo de demencias, sobre todo en los primeros estadios, tienen déficit de memoria que se asimilan a una ‘amnesia anterógrada’. Es decir, se olvidan de los aprendizajes que han ocurrido desde el inicio de la enfermedad, los últimos incorporados y tienen preservados los adquiridos en tiempos más lejanos
Este gradiente temporal es una de las características de nuestra memoria a largo plazo, el almacén de todos nuestros recuerdos y el sistema que nos permite aprender si no tenemos afectaciones como la enfermedad de Alzheimer.
En neuropsicología sabemos que la memoria procedimental es un sistema que participa en el recuerdo de habilidades motoras y todos aquellos aprendizajes automáticos. La corteza premotora está preservada en los pacientes con alzhéimer, por lo que es posible que el reconocimiento de la música sea algo que dependa de la memoria procedimental.
Esta es la explicación que podríamos darle al reciente vídeo donde una famosa bailarina que padecía demencia, al escuchar El lago de los cisnes de Tchaikovsky pudo empezar a recuperar toda la secuencia motora de la coreografía.
Las emociones, un pilar fundamental para la memoria
Finalmente, no hay que olvidar el peso del componente emocional. La memoria a largo plazo está estrechamente relacionada con el sistema de respuesta emocional, también a nivel anatómico. Todas aquellas condiciones que nos activan emocionalmente (y de connotación positiva) nos ayudan a recuperar nuestros recuerdos. En algunos casos, también a consolidar nuevos aprendizajes. Y la música podría ser una de ellas.
En conclusión, el hecho que las personas con la enfermedad de Alzheimer puedan recordar canciones de su juventud podría deberse a la preservación de las áreas cerebrales que se encargan de elaborar estos recuerdos. Y porque es un tipo de memoria que se ha consolidado en un tiempo lejano, mucho antes del inicio de la enfermedad. El reto ahora es entender cómo incorporar estos conocimientos en la práctica clínica para mejorar los beneficios de los programas de estimulación de la memoria.
Marco Calabria, Profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud (Máster de Neuropsicología) - Investigador del Cognitive NeuroLab, UOC - Universitat Oberta de Catalunya
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Tu opinión enriquece este artículo: