Sin embargo, el informe también afirma que hay una mayor evidencia de acción climática. De hecho, desde 2010 se han producido descensos sostenidos de hasta el 85 % en los costes de la energía solar y eólica y de las baterías. Al mismo tiempo, se ha producido un gran aumento de la capacidad instalada. Una serie de políticas y leyes cada vez más amplias han mejorado la eficiencia energética, han reducido las tasas de deforestación y han acelerado el despliegue de las energías renovables.
La esperanza proviene del hecho de que ya hay opciones disponibles en todos los sectores que pueden reducir al menos a la mitad las emisiones para 2030. Los cambios significativos en el transporte, la industria, los edificios y el uso de la tierra facilitarán que las personas lleven un estilo de vida bajo en carbono y, al mismo tiempo, mejoren su bienestar.
En el sector de los edificios, el que he liderado dentro del informe, la actuación en esta década (hasta 2030) es fundamental para aprovechar plenamente el potencial de mitigación de los edificios.
Mediante la readaptación de los edificios existentes y el uso de técnicas de mitigación eficaces en los que aún no se han construido, es posible acercarse a las emisiones netas de gases de efecto invernadero en 2050.
Políticas ambiciosas
Para ello se necesitan paquetes ambiciosos de políticas (que, por ejemplo, podrían incorporar el uso de energías renovables y el diseño y uso eficiente del espacio, la energía, los materiales y los electrodomésticos).
Hay ejemplos de edificios de energía cero o de carbono cero en casi todos los climas, pero la investigación muestra que las opciones de mitigación empiezan por la suficiencia (disminución de la demanda de energía), la eficiencia y la implementación de las energías renovables. Se podría hacer más si se mejoraran los índices de renovación y readaptación.
Es esencial que los nuevos edificios incluyan todos los criterios de suficiencia. Esto significa utilizar materiales bajos en carbono, como materiales locales, tener una forma y orientación adecuadas, o una fenestración adecuada. Con esto, nuestro edificio necesitaría menos energía para conseguir el confort térmico.
Otros sectores como la industria, el transporte, las ciudades y las zonas urbanas, el sector energético y la agricultura, la silvicultura y otros usos del suelo también tienen grandes oportunidades de mitigación del cambio climático.
Hay formas de cambiar esta tendencia de altas emisiones, pero para ello es necesario que los gobiernos y la sociedad actúen. Una mitigación ambiciosa del cambio climático requiere la coordinación de todos los gobiernos y el consenso entre las partes interesadas. Se necesitan instrumentos reguladores y económicos, paquetes de políticas e innovaciones tecnológicas de bajas emisiones.
Se puede mitigar el cambio climático
Los resultados de este informe son importantes porque la ciencia ha demostrado que la mitigación del cambio climático es posible, pero solo si todos trabajamos juntos.
Las consecuencias del cambio climático ya fueron recopiladas por el informe del Grupo de Trabajo I, donde quedó claro que el cambio climático está afectando a todo el mundo, incluida España. Ahora, la contribución del Grupo de Trabajo III da pistas sobre cómo conseguir un mundo con bajas emisiones.
Es muy importante que el informe muestre que esto es posible sin disminuir el bienestar en los países desarrollados y que los países en desarrollo pueden seguir aumentando el suyo, pero también está claro que se necesitan cambios en los estilos de vida.
España no está aislada en las consecuencias del cambio climático, ni tampoco en su contribución a las emisiones de gases de efecto invernadero. Por ello, España también necesita emprender acciones de reducción de emisiones en todos sus sectores y por parte de todos los actores (desde los gobiernos y ayuntamientos hasta la industria y la propia sociedad). Todos debemos contribuir a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero si queremos mantener el bienestar para las futuras generaciones, para nuestros hijos e hijas.
Este artículo fue publicado originalmente por SMC España.
Luisa Cabeza, Directora del Grupo de Investigación en Energía e Inteligencia Artificial, Universitat de Lleida
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Tu opinión enriquece este artículo: