La falsificación de componentes para vehículos es un problema histórico para la industria del automóvil y para la seguridad vial, que, con el auge del comercio electrónico, está alcanzando cotas inéditas. En países como España, en los que el sector del automóvil es estratégico -nuestro país es el cuarto productor de componentes de automoción de Europa con más de 1.000 empresas dedicadas a esta actividad que emplean a cerca de 340.000 personas- la lucha contra este fraude se ha convertido en una urgencia.
Una lacra social y económica que SICPA Spain, la filial española de la multinacional líder del mercado en soluciones de autenticación, securización y sistemas antifraude, ya puso de relieve en su informe "Situación del Comercio ilícito y fraude en España, Europa y el resto del mundo" donde se indicaba que el 13% de los europeos habían reconocido haber comprado intencionadamente productos falsificados en el último año, un porcentaje que dentro de España crece incluso hasta un 20% del total, solo por detrás de Bulgaria con un 24%.
Con falsificaciones cada vez más difíciles de detectar, éstas se centran en repuestos estructurales, repuestos de servicio postventa, filtros de gasoil, filtros de aire e, incluso, sistemas de frenado y de seguridad como el airbag -con grave riesgo incluso para la vida de los ocupantes del vehículo-.
Un mercado enorme de posibles clientes es el caldo de cultivo perfecto para que este fraude suponga una jugosa vía de negocio para la delincuencia organizada, y un recurso fácil para financiar otras actividades delictivas más graves como el terrorismo o el narcotráfico. Por ello, SICPA, fiel a su compromiso de investigar y hallar nuevas formas de combinar e integrar elementos de seguridad material que garanticen la autentificación de los productos, la trazabilidad y la protección de las marcas y de su producción, asegurando la plena integridad de la cadena de suministro, dispone de una forma vanguardista de proteger los repuestos originales para automóviles, los beneficios de las empresas y, por supuesto, la seguridad del consumidor final, asegurando que lo que compra es fidedigno y de calidad