En esos comicios andaluces, España perdió su condición de país “libre” de derecha radical y, por lo tanto, el excepcionalismo ibérico (hasta entonces, un oasis en un contexto europeo en el que casi todos los países tenían partidos importantes de derecha radical) tocó a su fin. Con el 11 por ciento de los votos y 12 de 109 escaños, VOX entró en escena.
De este modo, VOX no era en 2018 un partido nuevo. Su fundación se remonta a finales de 2013. Fueron, sobre todo, antiguos líderes del Partido Popular (PP) quienes fundaron el nuevo partido, motivados casi exclusivamente por la cuestión territorial y, en particular, por dos cuestiones. En primer lugar, por el inmovilismo del PP de Rajoy para con el movimiento secesionista catalán. Y, en segundo término, por la permisiva actitud del PP ante la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en contra de la aplicación de la Doctrina Parot, que había permitido mantener las penas íntegras de cárcel a los terroristas de la banda ETA.
Hoy, VOX es la tercera fuerza a nivel nacional: cuenta con casi el 15% de los votos, lo que numéricamente significa más de 3,6 millones de apoyos, que se traducen en 52 de los 350 diputados del Congreso. Y, pese a la pandemia del COVID-19, las encuestas siguen colocándolo como un caballo ganador.
La crisis catalana y el éxito de VOX
Los eventos que dieron lugar al éxito electoral de VOX están principalmente relacionados con un profundo cambio de la estructura de oportunidad política que permitió al partido canalizar el descontento ciudadano con respecto a los hechos ocurridos en Cataluña desde 2010 y que, liderados por los partidos independentistas, culminaron en 2017 con un referéndum y la declaración unilateral de independencia.
VOX, que no en vano había sido alumbrado al calor de cuestiones territoriales, supo hacer suyo este tema y se sumó a la demanda en contra de los dirigentes catalanes –de hecho, actuó como acusación particular en el denominado juicio del procés–, presentándose como la única opción política que actuaba en defensa de la integridad territorial española.
El discurso de VOX
Discursivamente, entendemos que VOX es un partido que encaja en la denominada derecha radical populista. Esta familia de partidos comparte, al menos, tres rasgos ideológicos: nativismo, autoritarismo y populismo.
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El nativismo es la creencia en que el estado debería estar habitado solamente por los que pertenecen a la nación, que casi siempre es definida en términos étnicos.
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El ‘autoritarismo’ no hace referencia a la preferencia por un régimen político no democrático, pero sí a la concepción de una sociedad como estricta y jerárquicamente ordenada. Y esta, sin duda, es una de las características de VOX.
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El populismo es un conjunto de ideas que conciben la sociedad dividida entre dos grupos opuestos y moralmente definidos: ‘el pueblo puro’ y la ‘elite corrupta’. Esta división está muy clara en la formación de Santiago Abascal: mientras la “España viva” o “la España que madruga” es el pueblo puro, la “anti-España” está conformada no solo por la élite corrupta, sino por los movimientos feministas (la ideología de género) y los medios de comunicación progres.
Analizando el programa electoral de VOX, destacamos cinco ejes programáticos relevantes: las medidas anti-inmigración, el énfasis por el cumplimiento de la ‘ley y el orden’, la defensa del nacionalismo español y el conservadurismo moral.
El votante de VOX
Las bases electorales de VOX no distan mucho de las de los otros partidos de la derecha radical populista en Europa Occidental, aunque presentan algunas diferencias. Esencialmente son hombres, jóvenes, con nivel de educación media (titulaciones secundarias y FP), altos niveles de ingresos y, sorprendentemente, más pertenecientes al ámbito urbano que rural.
En términos de actitudes, son claramente críticos con la inmigración y euroescépticos. Además, son marcadamente de derecha y se identifican con el ideal de una España unida en contra de la ‘amenaza separatista’ que representan los secesionistas catalanes. Es decir, son fuertemente nacionalistas españoles. Por último, se oponen más que los votantes de ningún otro partido al matrimonio entre personas del mismo sexo y defienden un “No” al aborto.
Sin duda, el conservadurismo es una seña de identidad de VOX, que lo distingue mucho de otros partidos de la derecha radical europea.
VOX y el régimen democrático
En Europa, hay pocos partidos electoralmente exitosos que se opongan abiertamente a la democracia: son los que llamamos partidos extremos, como Aurora Dorada, partido de extrema derecha y neofascista griego que quedó tercero en las dos elecciones generales celebradas en 2015 (en enero y septiembre, respectivamente) en el país heleno. Los partidos populistas radicales de derecha –contrariamente a los partidos extremos– en términos generales no se oponen a la democracia.
Su populismo les hace, en cierta medida, rehenes de la democracia como sistema. Al fin y al cabo, ¿cómo podrían erigirse en representantes privilegiados del pueblo virtuoso si éste no les corona en las urnas? Sin embargo, estos partidos tienen conflictos con algunos de los principios de la democracia liberal, como la aceptación del rol de las instituciones no electas y los derechos de las minorías.
En comparación con los otros grandes partidos españoles, VOX tiene la mayor proporción de votantes que están insatisfechos con la democracia y que no creen que sea importante vivir en un régimen democrático (un 23 por ciento de sus votantes cree que, bajo ciertas circunstancias, un régimen autoritario es necesario, una opinión que es residual o casi nula en el resto de los partidos españoles).
De este modo, mirando a los determinantes del voto a VOX, encontramos que el apoyo a la democracia como sistema de gobierno y la satisfacción con su funcionamiento disminuyen significativamente la propensión de una persona a votar por VOX.
Dado que, en promedio, los jóvenes tienden a votar más por VOX que por los otros partidos españoles, es evidente que esta falta de apego a la democracia no es solo el producto de reflexiones nostálgicas de un pasado que fue mejor entre cohortes mayores que puedan aferrarse a una imagen romántica de la España predemocrática (a la que se alude en el discurso de Vox). Por el contrario, son precisamente los más jóvenes y con actitudes más contrarias a la democracia los que exhiben una mayor predisposición a votar a VOX.
En fin, si el argumentario y las propuestas de VOX siguen calando en una parte de la sociedad, con el peligro que ello entraña para la igualdad de género, orientación sexual, ideología o etnia, cabría plantearse o preguntarse si, parafraseando a la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, lo que está haciendo VOX va “en contra de los valores fundamentales de la Unión Europea” y puede suponer una seria amenaza para la convivencia de todos.
Este artículo destaca algunos de los principales hallazgos del reciente libro de los autores: VOX: The Rise of the Spanish Populist Radical Right, publicado por Routledge, 2021).
Lisa Zanotti, Investigadora Postdoctoral / Investigadora Adjunta COES, Diego Portales University; Andrés Santana, Associate professor of Political Science, Universidad Autónoma de Madrid; José Rama, Lecturer, Universidad Autónoma de Madrid y Stuart J. Turnbull-Dugarte, Assistant Professor, University of Southampton
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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