¿Qué es la vulnerabilidad urbana?
Denominamos barrios vulnerables a aquellas áreas urbanas donde las condiciones de sus habitantes son sensiblemente peores que las de la ciudad a la que pertenecen. Esta situación supone una mayor exposición a riesgos e incertidumbres. A lo que se une una menor capacidad y recursos para superar los problemas a los que se enfrentan.
¿A qué tipo de riesgos e incertidumbres nos referimos? Al miedo a la pérdida del empleo o la dificultad para encontrarlo. A la precariedad salarial. A sentirse desprotegido por las administraciones. A carencias en educación. A la inseguridad para enfrentar un mercado laboral cambiante. A la incapacidad para cubrir necesidades básicas, como una alimentación adecuada o el confort térmico en la vivienda. A la falta de relaciones y redes de apoyo en caso de necesidad. Al aislamiento y la soledad. A una mala accesibilidad al resto de la ciudad.
Se trata de un conjunto de circunstancias diversas. Su suma supone formas muy variadas de vulnerabilidad con distintos grados de intensidad. Por ello, la vulnerabilidad urbana es el resultado de la relación de distintas dimensiones.
¿Comportan siempre estas realidades un debilitamiento de los mecanismos para enfrentarlas? No necesariamente. En términos estadísticos, las dificultades en estos barrios son mayores que en el resto de la ciudad. Ello no quiere decir que sus habitantes no posean extraordinarias capacidades de resiliencia para enfrentarlas. Y, a veces, para conseguir superarlas. Sin embargo, la suma de las múltiples desventajas que padecen genera a menudo procesos de malestar. Y estos conllevan una pérdida de esperanza en la posibilidad de mejorar las actuales condiciones de vida.
¿Cómo se han delimitado los barrios vulnerables?
Los Catálogos de Barrios Vulnerables, en cuya elaboración hemos colaborado, se han publicado en tres ediciones para los años 1991, 2001 y 2011. Se estudiaron todas las ciudades españolas mayores de 50 mil habitantes. Las delimitaciones se hicieron a partir de datos de los Censos de Población y Vivienda. Se utilizaron tres indicadores: la concentración de población con bajos niveles de formación, la tasa de desempleo y la acumulación de viviendas con carencias materiales.
Todos los barrios catalogados superan uno o varios de los valores de referencia. Y estos cortes fueron establecidos en cifras muy superiores a los indicadores medios estatales. Además, estas variables presentan una alta correlación con otras como la renta, la falta de accesibilidad, la necesidad de rehabilitación edificatoria o la ineficiencia energética.
Tras analizar los datos de los tres catálogos, hemos constatado un incremento significativo del número de barrios vulnerables. En el año 1991 se detectaron 370. En 2011 ya eran 918. La conclusión de la investigación es que los desequilibrios internos de las ciudades españolas aumentaron durante las dos décadas estudiadas. Esto se produjo en un doble proceso de incremento y concentración de la población vulnerable. Entre 1991 y 2011 la población de España creció alrededor del 20 %. Aumentó en una quinta parte. Mientras tanto, la población en barrios vulnerables se disparó más de un 130 %.
¿Por qué es importante invertir para mejorar estos ámbitos?
En primer lugar, estos barrios concentran las mayores necesidades de rehabilitación residencial. Se trata de minimizar la pobreza energética. Esta afecta especialmente a los hogares más necesitados. Entre ellos, a los monoparentales. Contribuiremos con ello a disminuir las pérdidas energéticas de la edificación. Este objetivo es fundamental en el actual escenario de emergencia climática.
En segundo lugar, se trata de un hecho de pura equidad para una sociedad más justa. Estos barrios disponen de menos recursos públicos y son menos accesibles. Tanto a nivel de calle como en el interior de sus edificios y, en muchos casos, respecto al resto de la ciudad. Estas realidades suponen una merma en la calidad de vida de sus vecinos. Y afectan especialmente a la población más envejecida. Al mejorar las condiciones de habitabilidad y accesibilidad de la edificación, mejoraremos sustancialmente su calidad de vida.
En tercer lugar, se trataría de una gran inversión en términos sociales. Para explicarlo, hablaremos de las consecuencias del espacio habitado en la trayectoria vital.
Cuanto mayor es la ciudad mayor es la segregación
Existen dos corrientes de pensamiento que explican las repercusiones de la segregación urbana. Esto es, de la concentración de los grupos de población más privilegiados y de aquellos más vulnerables en espacios diferenciados.
La primera corriente evidencia que esta segregación es una mera traducción de las diferencias sociales. Y, sobre todo, de las desiguales económicas que comportan. Los diferentes grupos sociales vivirán en aquellos ámbitos que mejor se adecuen a sus posibilidades de gasto. Sin otros condicionantes, cuanto mayores sean nuestras ciudades, mayor será la segregación. Y mayor será la brecha entre sus diferentes grupos sociales.
La segunda corriente añade que el lugar de residencia tiene importantes consecuencias en la reproducción de las relaciones sociales. Para demostrarlo utiliza el concepto de “efecto barrio”. Este efecto supone que la concentración de poblaciones vulnerables en determinadas áreas agrava su situación de partida. Y ello dificulta las posibilidades de mejora de las siguientes generaciones. Sus repercusiones son especialmente significativas en los niños y siguen presentes a largo plazo. Son todavía más acusadas en el caso de las poblaciones migrantes.
¿Acaso no tiene más oportunidades de equivocarse en su itinerario formativo quien no depende de una beca? ¿Acaso no es más edificante tener cerca un jardín histórico o una biblioteca que un polígono o una barrera infraestructural? ¿Acaso no es más fácil innovar en un colegio donde el alumnado no tiene carencias materiales? Nada determina de forma categórica. Pero las ventajas y los privilegios de partida son innegables. Como lo es la vulnerabilidad que enfrentan ciertos espacios urbanos.
El “efecto barrio” es una realidad. Las desventajas de partida condicionan el futuro de los niños que habitan en barrios vulnerables. Por esto, todos deberíamos presionar para conseguir mayores oportunidades para ellos. No podemos permitirnos malgastar su talento. Ni su capacidad de innovación en potencia. No dejemos pasar esta oportunidad. Consigamos que los recursos extraordinarios se dirijan a corregir las extraordinarias desigualdades.
José Manuel Gómez Giménez, Investigador predoctoral en análisis territorial. Arquitecto urbanista y politólogo, Universidad Politécnica de Madrid (UPM); Agustín Hernández Aja, Catedrático de Urbanística y Ordenación del Territorio, Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y Iván Rodríguez Suárez, Profesor asociado. Grupo de Investigación en Arquitectura, Urbanismo y Sostenibilidad (giau+s), Universidad Politécnica de Madrid (UPM)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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