Así lo ha puesto de manifiesto la gerente de la organización, Teresa Pérez, en una entrevista con Europa Press, en la que recomienda a los consumidores comprar solo lo que se necesita.
"Ahora mismo, en este tipo de escenario lo mejor es comprar lo que uno necesita. Hacer acopio tampoco ayudaría porque sería como una huida hacia delante, provocaría una mayor subida de precios porque haría mayor tensión en los mercados", explica.
Asimismo, indica que lo mejor por el momento es esperar a que "en cuanto empiece la producción de esta nueva campaña, el volumen de disponibilidades haga reducir ligeramente esa tensión en los precios".
Pérez ha explicado que, a pesar de la estimación de incremento de la producción de aceite de oliva en la campaña 2023-2024 de un 15% respecto a la anterior, dicha campaña arranca con una disponibilidad de enlace inicial más baja, es decir, "prácticamente se va a compensar el incremento de la producción con la bajada del stock inicial". "Por lo tanto, las disponibilidades de producto se van a mantener similares a las de la pasada", ha señalado.
"Tenemos una demanda que se ha mantenido fuerte a lo largo de todo el año con unas producciones escasas a nivel global. Veníamos en la campaña anterior, según los datos de la Comisión Europea, con una demanda de 3,6 millones de toneladas, y se han producido solo 2,5 millones, por eso hay un desequilibrio muy fuerte entre oferta y demanda", ha detallado.
En este sentido, los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación también adelantan que en regiones como Andalucía, donde se lleva a cabo el 70% de la producción española de aceite de oliva, la cosecha se estima un 40% por debajo de la media, especialmente por la baja producción prevista en las provincias de Jaén --primera provincia productora de España--, Córdoba y Granada.
En este contexto, la gerente de la Interprofesional del Aceite de Oliva indica que, al considerar las disponibilidades de producto que se estima que va a haber en esta campaña, cabe esperar que, "por lo pronto", habrá una temporada con estos niveles de precios altos.
La diferencia de precios depende de las fechas de compra de los lotes
El precio del litro de aceite de oliva virgen extra se ha elevado una media de 3,66 euros en los supermercados en lo que va de año con subidas que oscilan entre 1,25 y 6,30 euros por litro, pero disparándose hasta los 7,36 euros por litro en el caso del aceite de oliva virgen, según los datos que se desprenden del estudio comparativo elaborado por Facua-Consumidores en Acción, publicado este lunes y en el que se han analizado aceites a la venta en seis grandes cadenas de distribución.
Además, tan solo en un mes el precio de aceite de oliva virgen se ha disparado hasta un 75% en la misma cadena de distribución, según otro estudio que Facua publicó la semana pasada. Este informe revelaba que hay hasta un 56% de diferencia en el precio en función del supermercado.
Pérez explica que las razones por las que existen estas variaciones de precio entre las cadenas de distribuidores depende de distintos factores.
"Para empezar, tendríamos que ver cuándo se han comercializado esos aceites, una cadena de comercialización puede haber comprado o cerrado el precio del aceite hace unas semanas o meses, y eso ya puede suponer una diferencia de precio entre unos y otros", señala.
Además, añade que es muy difícil hacer una comparativa de precios, ya que en el medio entra la estrategia de comercialización de cada grupo de distribución.
"Hay muchos factores, muchas variables que actúan, no solo la del precio del producto, habría que ver exactamente cuándo ha comprado esa cadena el lote de aceite, cuándo ha cerrado el contrato de compra con la marca, porque estamos hablando de que en esta última campaña los precios han ido oscilando semana a semana, por lo tanto puede haber diferencias ya", explica.
Pérez indica que se tiene que tener en cuenta que la diferencia entre productos en distintas cadenas de distribución afecta a cualquier producto, alimentario o no. "Afecta a los yogures, afecta a los desodorantes, tú vas a una cadena de distribución y a otra, y el mismo producto no tiene el mismo precio en todas las cadenas", señala.
La sequía puede marcar una tendencia prolongada
Sobre el impacto de la ausencia de lluvias en la cosecha del olivar, Pérez incide en que, aunque no es sencillo prever cuáles serán las consecuencias finales, sí afectarán.
"Hemos vivido un acontecimiento que no se había producido nunca: el encadenar dos campañas sucesivas de sequía de altas temperaturas y, por lo tanto, de baja producción. El olivo es un árbol bastante inteligente y cuando no tiene agua lógicamente acumula reservas para poder sobrevivir. También tenemos que tener en cuenta que, en España, el riego supone solo un 25% de la superficie cultivada y que, en situaciones de sequía, hay incluso restricciones del riego, con lo cual estamos prácticamente con un cultivo que está bajo un estrés hídrico muy fuerte", indica Pérez.
Sobre campañas futuras, por tanto estima que todo dependerá de la situación general de las lluvias. "Podremos encontrarnos un olivo generoso que, tras dos años de sequías, tenga reservas y ofrezca una buena producción o encontrarnos que la sequía persiste y, si es así, nos encontraríamos de nuevo con un escenario de producciones a la baja", señala.
"No lo podemos saber. Lo cierto es que se habla de un cambio de ciclo, se habla de la vuelta de las lluvias, pero tenemos que verlo porque hasta ahora las altas temperaturas es la tónica general que estamos viviendo en este periodo", afirma.
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