Hay gente y movimiento, pero todavía quedan algunos pocos puestos cerrados que no pasaron la pandemia. La Boquería, el más mentado de los 41 mercados de Barcelona vive un nuevo amanecer, pero también una encrucijada histórica.
“El mercado también debe evolucionar -plantea Jorge Mas, vicepresidente de La Boqueria y ex CEO de MasGourmets-; necesitamos puestos donde se pueda realizar una degustación, un restaurante con estrella y una modernización en la mayoría de puestos”.
Sumar 20 lugares más de gastronomía a los cinco existentes dentro del mercado es una de las ideas fijas de Mas. De las más de 200 paradas de La Boquería -entiende este especialista en retail- un 30% podrían ser propuestas gastronómicas.
En esa mirada chocan sistemáticamente con las autoridades de la ciudad que se parapetan en una definición: “no queremos hacer de La Boquería un San Miguel”, en alusión al pintoresco mercado madrileño donde todo (o casi todo) es restauración.
“¡Es que San Miguel tiene 1.500 m2 y La Boquería 4.800 m2 de superficie y otros 7.000 m2 bajo tierra! -explica Jorge Mas-; hay una gran diferencia de tamaño y hay espacio para nuevas propuestas. ¿Por qué no abrir una tienda Apple o tiendas de moda que aseguren el tránsito de gente al mercado?”
El predio de La Boquería es un espacio público de la ciudad gestionado operativamente por una asociación de comerciantes que debe articular sus propuestas con el gobierno; sus clientes se pueden dividir en tres grandes públicos:
- La restauración (bares, restaurantes y hoteles que alimentan sus cocinas con productos frescos);
- Los vecinos de Barcelona que saben que ahí tienen una oferta más completa que otros mercados quizás más cercanos;
- Los turistas, que hacen mucho número pero no tantas ventas.
Los clientes del rubro restauración -explican- sólo hacen el 7% del tráfico de personas, pero el 30% de las ventas totales. Los últimos datos de 2019 cifraban en 15 millones los visitantes anuales de ese paseo de compras.
Los cambios en los hábitos de compra que dejó la pandemia (más compras en tiendas de cercanía, más compras por aplicaciones) obliga a La Boquería a darle una vuelta de tuerca a su propuesta. “Aquellos que siguen desplazándose al mercado para ir a comprar, buscan su momento de ocio y pasarlo bien. Y para que esto suceda, no solo hay que invertir en el momento de compra, sino ofrecer la posibilidad de degustar los productos y recibir un trato humano y profesional con el vendedor”, analiza Jorge Mas.
Otro de los puntos que considera imprescindibles es la apuesta por la innovación: la instalación de puntos de acceso WiFi, una aplicación propia y la apuesta por un delivery que llegue a muchos más hogares con productos de La Boquería.
Bonus track
En una recorrida con periodistas que Jorge Mas organizó la semana pasada por La Boquería, alguien deslizó un dato que pinta el volumen de negocios que movía este mercado antes de la pandemia: un parada de restauración se vendió -antes del Covid- en € 5 millones.
Pero esos buenos viejos tiempos quizás no vuelvan. La Boquería necesita un aggiornamiento y su futuro está íntimamente ligado al de la Rambla misma, un espacio bastante deteriorado de la ciudad.
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