Las grandes cadenas de resort de España, con hoteles en las Islas Baleares, Canarias y la Costa del Sol, entraron de lleno al verano 2021 con tarifas similares a las del 2019, la última temporada antes de la pandemia.
La facturación media en establecimientos de cinco estrellas osciló los € 180 y, en los de cuatro, el promedio superó los € 80, según indica el número de mayo que difundió recientemente el Instituto Nacional de Estadística.
La cadena mallorquina RIU, por ejemplo, ha bajado el precio de la habitación doble standard del RIU Palace Meloneras, ubicado en Gran Canaria. En junio de 2019 el valor por persona era de € 92,25 y ahora es de € 85,80 en régimen de media pensión; por su parte, el RIU Festival, en Palma en el último verano pre-covid costaba € 53,19 por persona y este verano se ofrece a € 50,49.
Sin embargo, algo parece crujir en el exitoso modelo turístico. El paso del tiempo, los cambios de hábitos y los diversos canales de información encienden la señal de alarma.
“El viajero de hoy es completamente diferente al de 40 años atrás y seguimos con el mismo modelo de negocios. La industria vende de forma automática sin revisar su práctica. Antes tiraban la caña y pescaban, pero la pesca ahora es diferente. No todos los clientes buscan lo mismo”, señala Marco Táboas, especialista en transformación e innovación estratégica.
De momento, tener una buena ocupación y activar la industria son las premisas que alientan los referentes del sector para pasar un “verano de transición lo más normal posible”, en un contexto que impuso mayor cercanía en las reservas y flexibilidad en las cancelaciones.
“Viajar es más accesible. Lo difícil es aportar valor en la venta. Internet cortó las patas a los intermediarios. Ahora, los niños deciden los viajes. Por eso, las empresas deben trabajar más con los influencer en las redes sociales. Es la forma de acercarse a los niños”, considera Taboas.
“Hay que ponerse en las botas del cliente. Ahora tienes destinos sostenibles y masificados. Hay que cambiar los detalles en el servicio. No es lo mismo la generación Z, el millennial o los boomers”, finaliza.
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