De quienes han alquilado una habitación, la mitad (50 %) asegura haberlo hecho porque no puede pagar un alquiler en solitario, lo que evidencia cómo los elevados precios se imponen como la principal fuerza de expulsión hacia el mercado compartido. Además, un 23 % declara que no ha encontrado nada mejor, lo que refuerza la idea de que, en muchos casos, esta no es una opción elegida, sino forzada.
“La vivienda compartida es cada vez menos una elección y más una necesidad. Lo que tradicionalmente ha estado ligada a etapas juveniles o a procesos temporales, se está convirtiendo en la única salida para muchos que no logran estabilizarse económicamente. La falta de accesibilidad al alquiler tradicional ha llevado a un gran volumen de inquilinos, especialmente jóvenes, a compartir vivienda como única alternativa viable. Esta situación, motivada sobre todo por el precio, y la escasez de oferta, refleja un modelo habitacional de emergencia más que una fórmula deseada”, explica María Matos, directora de Estudios y portavoz de Fotocasa.
Otros argumentos, aunque menos frecuentes, también están presentes entre quienes comparten vivienda: el 21 % lo hace porque se adapta a lo que necesita, un 13 % porque prefiere vivir con gente, y un 12 % porque quiere ahorrar para comprarse una casa o destinar su dinero a otros fines antes que al alquiler.
Tu opinión enriquece este artículo: