El uso de datos móviles en los países de la OCDE creció un 17% en 2022. Letonia, Finlandia, Austria, Lituania e Islandia destacan como los principales consumidores, registrando un consumo mensual de datos entre los 42 y 24 GB, cifras que triplican la media de la organización.
Por su parte, España es el tercer país en liderar la adopción de la fibra óptica. En cuanto a las líneas de móvil, de acuerdo con la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el tráfico de datos creció un 43,1% en 2021, una tendencia que se prevé que vaya en aumento con la expansión de la tecnología 5G.
“Necesitamos cada vez más infraestructuras que puedan dar respuesta a la demanda de datos, algo que, aunque puede parecer que no es tangible, ejerce una gran presión en los recursos naturales”, explica Mercè Botella, socia fundadora de Somos Conexión.
Ante esta previsión, desde Somos Conexión resaltan que las compañías de telecomunicaciones ejercen presión sobre los consumidores, instándolos a adquirir paquetes que ofrecen mayores velocidades de conexión en fibra o planes de datos más generosos para sus dispositivos. "La realidad es que la mayoría de los consumidores no necesitan velocidades de 1 GB o planes de datos móviles ilimitados. Estas características suelen ser esenciales para profesionales con necesidades específicas", resalta Botella. Y añade “por lo tanto, estas estrategias no responden verdaderamente a una necesidad del usuario, sino que se diseñan con el objetivo de incrementar tanto el consumo como los precios”.
En este sentido, la socia fundadora de Somos Conexión también recuerda que en el mundo hay unos 900.000 kilómetros de cables submarinos de fibra óptica y unos 100 millones de servidores repartidos en centros o granjas de datos. Los centros de datos más grandes del mundo necesitan más de 100 megavatios de capacidad de energía, el equivalente a proveer cerca de 80.000 hogares de Estados Unidos, según datos del departamento de energía del país.
“Diversos expertos ya señalan la contaminación que ejercen herramientas tan básicas como el correo electrónico. Un mail con archivo adjunto de 1MB emite 19 gramos de dióxido de carbono y si este se reenvía, la huella aumenta hasta llegar a los 50 gramos”, detalla Botella.
Ante estas cifras, desde Somos Conexión apuestan por reducir la presión medioambiental de las telecomunicaciones mediante un uso consciente y responsable. Entre las principales acciones, recomiendan reducir el tiempo ante las pantallas así como consumir video en menor calidad, conectarse a través de conexiones de banda ancha, apagar el módem antes de ir a dormir, activar el modo avión cuando no se esté haciendo uso del teléfono, evitar enviar muchas fotografías y vídeos a través de apps de mensajería y eliminar correos antiguos y mensajes de correo basura.
“Estos pequeños cambios son positivos para nuestro bienestar personal, pero también para consumir menos y reducir la huella ecológica de nuestras acciones. Si además también optamos por reutilizar los dispositivos digitales o hacer uso de tecnologías y software libre, nuestro apoyo medioambiental es mucho mayor”, concluyen desde la cooperativa.
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