La evolución en los precios de la electricidad
Los precios en el mercado mayorista, donde los productores venden su electricidad, apuntan una tendencia a la baja a medida que se van incorporando un mayor número de tecnologías renovables emergentes. Durante los últimos nueve años ha rondado los 50 €/MWh. Su valor en el primer trimestre del 2021 ha sido de 46 €/MWh. Y en el 2020, un año atípico, tuvo un precio medio de 34,69 €/MWh. Veamos por qué.
El coste actual de una inversión en fotovoltaica y eólica (considerando su vida útil: veinte años normalmente) se ha reducido considerablemente. Desde valores superiores a 300 € y 140 € respectivamente en el año 2009 por cada MWh producido, a menos de 40 € y 35 € en 2020. Este coste se conoce como coste nivelado de energía eléctrica. Estos valores están por debajo del precio medio en el mercado mayorista. Son ya tecnologías competitivas en precio (la inversión produce una rentabilidad positiva) y anuncian futuras bajadas si aumentan las renovables.
Además, los precios resultantes de la subasta de renovables recientemente celebrada en España rondaron los 25 €/MWh. Con estas subastas, las empresas adquirieren el derecho a realizar nuevas instalaciones de producción eléctrica renovable. Esto significa que algunas empresas podrían obtener rendimientos suficientes de su inversión en renovables si los precios de mercado no superan este valor. Estas subastas a precios tan bajos están asociadas a la fuerte caída en los precios de los nuevos desarrollos tecnológicos. Por tanto, también nos anuncian futuras bajadas en los precios de la electricidad.
Finalmente, los contratos de suministro de energía a largo plazo entre grandes clientes (empresas) y compañías eléctricas establecen precios ligeramente por encima de los 30 €/MWh en los últimos años. Se conocen como acuerdos de compraventa de energía. Con ellos, las compañías buscan el compromiso del origen renovable de la electricidad, además de la tranquilidad que les da un precio cierto.
Mientras, los productores eléctricos persiguen un precio asegurado que garantiza la rentabilidad esperada de su inversión. Una tendencia a la baja en estos precios es un indicador claro del camino que seguirá el mercado en el futuro.
La situación actual
Hoy en día sería aún imposible que toda la electricidad proviniese de fuentes limpias. Para alcanzar este objetivo sería necesario destruir buena parte del modelo energético actual. Los equipos necesarios para dar este suministro no se pueden improvisar. Ni su montaje podría ser inmediato.
Además, no es posible que toda la energía procediera siempre de fuentes renovables (un 100 %). Porque de vez en cuando sería necesario un pequeño porcentaje no renovable para resolver determinadas situaciones climáticas. Por ejemplo, un aporte de producción eléctrica con gas natural frente a una fuerte caída en la cantidad de viento.
Estas situaciones podrían resolverse en el futuro con instalaciones de almacenamiento de largo plazo (quizás con hidrógeno) o aumentando las interconexiones eléctricas con otros países. Por ejemplo, la falta de viento aquí puede sustituirse con más producción eléctrica en Francia o Portugal.
El Pacto Verde Europeo en el horizonte 2050
En cualquier caso, el mundo económico en general, y la Unión Europea en particular, trabajan con la idea de alcanzar la neutralidad del carbono en el horizonte de 2050. Toda, o casi toda, nuestra energía procederá de fuentes renovables en apenas treinta años, como también estipula la ley de cambio climático en España.
Además del abandono de combustibles fósiles, deben aplicarse medidas tendentes al ahorro energético. Buscando en primer lugar la eficiencia y, a la vez, la reducción del consumo, aún a costa del desarrollo económico e incluso del bienestar, porque atiende a consideraciones relativas al salud del planeta.
El Pacto Verde Europeo y la Ley Climática en España obliga a la práctica electrificación del sistema energético en el 2050. Entonces, ¿un sistema energético electrificado y renovable será más barato?
En automoción no hay dudas. El rendimiento de la energía eléctrica en motores más que triplica a los de combustión. El rendimiento mide cuánta energía es suministrada por el motor a las ruedas en relación a la energía eléctrica consumida. El problema aquí no es el precio de la electricidad sino el precio de comprar un coche eléctrico.
Además, en todos aquellos usos térmicos en los que se puedan introducir intercambiadores se llega a sextuplicar el rendimiento. Por ejemplo, mediante la utilización de bombas de calor en sustitución de sistemas tradicionales de climatización de edificios.
El desarrollo tecnológico, como la tecnología del hidrógeno y otras que se irán incorporando en el futuro, están evolucionando. Del mismo modo que lo hizo la producción tanto eólica como fotovoltaica. Así, podemos vislumbrar en el medio plazo una factura eléctrica para todo tipo de usos (también para el transporte), y además más barata. Y no será necesario esperar al 2050 para verlo.
Miguel Rodríguez Méndez, Profesor de Economía, Universidade de Vigo y Jorge Domínguez-Rodríguez, Doctorando en Análese Económica e Estratexia Empresarial, Universidade de Vigo
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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