Y así parece ser: la frecuencia en el consumo de ese alimento es un buen predictor del interés por el sexo, principalmente en mujeres. Pero, atención, en sentido negativo: a las mujeres que comen más lo primero les interesa menos lo segundo.
La explicación puede estar en que el chocolate contiene feniletilamina, una molécula que estimula la producción de serotonina y dopamina y, así, genera en nuestro cerebro una sensación de placer.
Pero esta no es la única relación entre actividades a priori tan distintas. También tienen en común los estornudos, pues hay personas que estornudan cuando piensan en sexo o al comer chocolate.
Por qué estornudamos
El estornudo es una reacción fisiológica que actúa como mecanismo de defensa. Se debe a una irritación de las mucosas de la nariz o de la garganta y se produce por muy diversas causas. Los motivos más frecuentes son los virus del resfriado o de la gripe, el polen, el polvo y la contaminación.
Pero también podemos estornudar por otros motivos que, aunque parezcan más raros, no lo son tanto. Así, la luz del sol, algunos alimentos (como el chocolate), ciertos medicamentos, las emociones fuertes y el sexo también son motivo de estornudo.
Por cierto: a aproximadamente el 20 % de la población se le escapa uno cuando se le hurga la nariz para hacer la prueba de la covid. Y es importante tener esto en cuenta para que el personal sanitario y los familiares estemos preparados ante un buen espurreo que podría contener virus.
El estornudo fótico
El síndrome del estornudo fótico es una condición con base genética (autosómica dominante) estudiada desde hace décadas. También ocurre en una quinta parte de la población, que estornuda cuando el ojo se expone a una luz repentina y brillante, como la del sol al salir de un espacio con poca iluminación.
Aunque aún no se conoce con detalle el mecanismo por el cual se desencadena esta reacción, las principales hipótesis apuntan a que se produce una activación cruzada de vías nerviosas. Dicho de otro modo: que se cruzan los cables.
Por ejemplo, y sin entrar en detalle, una de las hipótesis indica que la luz brillante y repentina activa de un modo excesivo, a través de la retina, las vías nerviosas ópticas, exceso de información que se cruza a las vías trigéminas y genera las sensaciones que hacen estornudar.
Esos caminos cruzados también están implicados en otros trastornos como la migraña y los derivados del estrés psicológico. Por eso no ha sido una sorpresa detectar que las personas con el síndrome del estornudo fótico sufren más dichos trastornos.
Sexo y… ¡achís!
En un trabajo de revisión científica, llevado a cabo en 2008, se describió lo que los autores indicaron como “una respuesta curiosa en algunos individuos: estornudar cuando piensan en el sexo o en respuesta a un orgasmo”. En él comentan casos, ya estudiados desde finales del siglo XIX, como los de Wilhelm Fliess, un joven otorrinolaringólogo amigo de Freud que denominó a este fenómeno “neurosis refleja nasal”.
Aquí, el mecanismo causante parece ser un efecto sumatorio en el sistema nervioso parasimpático, hipótesis también tenida en cuenta para explicar el efecto fótico. Tal y como una estimulación parasimpática da lugar a una dilatación venosa y, por lo tanto, a la tumescencia del pene y del clítoris, el efecto sumatorio de activación nerviosa en estas personas puede provocar secreciones e irritación en la nariz que producen el estornudo.
Chocolate y estornudo neandertal
La relación entre el chocolate, el estornudo y los neandertales sólo la hemos encontrado publicada en un blog sobre genética. Así que, por nuestra parte, queremos señalar que no está contrastada y no se ha sometido a revisión externa como procedimiento científico habitual, pero nos parece interesante incluirla.
En dicha publicación se indica que entre el 20-30 % de la población estornuda cuando come chocolate negro con un porcentaje de cacao superior al 70 %. A estas personas se les asocia una variación genética que procede de los neandertales. También hay quien ha heredado de esta especie caracteres como el pelo rojo o una mayor capacidad de fecundación.
El autor del artículo en el blog apunta a que el mecanismo responsable es la estimulación del nérvio trigémino. En este caso se supone que por algún componente del cacao puro que irrita la mucosa nasal.
En una de sus greguerías, Ramón Gómez de la Serna dice que “las chispas son estornudos de Satanás”. Quién sabe si ya relacionaba el estornudo con el sexo y la gula.
Y ojo al estornudar, que le pueden preguntar en qué está pensando. ¡Salud!
Francisco José Esteban Ruiz, Profesor Titular de Biología Celular, Universidad de Jaén
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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