El debate sobre el fin del dinero en efectivo no es nuevo, pero ahora es más real que nunca. Desde que se popularizaron las tarjetas de crédito y de débito, el uso del dinero físico ha sufrido un declive progresivo. Sin embargo, la irrupción del COVID-19, junto con el boom del ‘e-commerce’, han agudizado este proceso de una forma inédita, favoreciendo el uso de las tarjetas y los pagos móviles en detrimento del efectivo y demostrando que la sociedad se encuentra en plena transición hacia un inminente futuro ‘cashless’.
El fin del dinero en papel está cada vez más cerca, pero, ¿apuntan de verdad los datos hacia un futuro sin efectivo? Durante este último año, la pandemia ha sido el catalizador de muchos cambios sociales y económicos, impulsando, entre otros, nuevos comportamientos financieros y formas de consumo. Uno de los cambios más llamativos ha sido el alza de la digitalización de los pagos.
En este sentido, en 2020, las operaciones de compra en terminales de punto de venta (TPV) se incrementaron en un 4,4%, mientras que las retiradas de efectivo disminuyeron un 31,25% y el importe retirado se redujo en un 18,36%, según los últimos datos del Banco de España. Frente a esa caída, el banco móvil N26, que lleva tiempo analizando estos cambios de tendencias, detectó en su reciente informe Monitor Económico ifo-N26 un aumento del 29% del volumen de comercio electrónico y un incremento del 79% del uso de Apple Pay y Google Pay entre los clientes españoles durante el último año.
Así, Marta Echarri, directora general de N26 para España y Portugal, pone de relevancia como: “Nos encontramos inmersos en una imparable transición hacia una sociedad ‘cashless’. Los datos demuestran que la preferencia de pagos móviles frente a los pagos en efectivo continúa ganando terreno y que estamos un paso más cerca de conseguir que, por fin, la banca sea 100% digital”.
Según demuestran los datos, el pago con tarjeta lleva tiempo establecido como la principal alternativa al dinero en metálico en España. A finales de 2020, el 87% de la población disponía de una tarjeta de crédito o débito, mientras que, 20 años atrás, el porcentaje era inferior al 44%, según datos ofrecidos por el Banco de España. Asimismo, según datos del BCE, en Europa sólo 1 de cada 3 pagos superiores a € 100 se realiza con dinero en efectivo, mientras que el resto (el 68%) se lleva a cabo con otros métodos tales como las tarjetas bancarias, los cheques y la tecnología ‘contactless’. En España, según el estudio de N26, más del 70% de los ciudadanos cree que en el futuro todos los pagos serán por tarjeta, móvil, voz o reconocimiento facial.
Por otro lado, la disminución del uso del efectivo no es sólo una preferencia reciente de los consumidores, sino que son muchos los países que llevan tiempo intentando limitar su uso. En España, por ejemplo, el importe máximo de pagos en efectivo entre empresas y particulares se ha reducido a € 1.000 y el número de billetes de € 500 en circulación se situó en los 18,24 millones a cierre de 2020, su cifra más baja desde marzo de 2002, según el Banco de España. En países como Dinamarca o Suecia el efectivo ya es un medio de pago residual. De hecho, hay estudios que sugieren que Suecia, el país que emitió los billetes bancarios por primera vez, en 1661, será el primero en poner fin al uso del dinero en efectivo.
Desde otro punto de vista -y sin dejar de lado la pandemia- los pagos ‘contactless’ no son sólo la opción más segura, teniendo en cuenta que cada billete puede albergar 26.000 bacterias potencialmente peligrosas, según un estudio de la Universidad de Oxford, sino también la más inclusiva. En España, las sucursales bancarias y los cajeros automáticos continúan cerrando a un ritmo vertiginoso -1.020 en 2020- creando una situación de potencial exclusión, especialmente prominente en el ámbito rural, donde una importante parte de la población se enfrenta a numerosas dificultades para acceder al dinero en efectivo.
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