Según las previsiones de los expertos, durante este mes de diciembre se produciría el pico más alto de inflación de 2021; de hecho, las familias que hasta la fecha han sufrido una pérdida de poder adquisitivo que ronda los € 8.000 millones (según cálculos de Funcas), podrían tener que hacer frente de cara a las fiestas navideñas a unos precios aún más altos.
En este sentido, Camilo Ulloa, economista de BBVA Research, señala que: “Nuestra previsión oficial para el cierre del año nos marcaba que la inflación podría estar en torno a un 4 o un 5%, y estaba sujeta a un supuesto importante: que el Gobierno se había comprometido a reducir la factura eléctrica, dejarla a niveles de 2018… Lo que hemos observado es que a pesar de la buena intención y de las medidas que se han tomado, y que probablemente sin ellas no se hubiera llevado a una inflación algo más elevada, va a ser difícil que se cumpla dicho compromiso, al menos en términos de lo que es el IPC de la electricidad, que puede ser distinto al precio marcado por el mercado mayorista, pero va a ser complicado”.
Para entender este final de año, debemos echar la vista atrás al mes de marzo que es cuando comenzó el repunte de la inflación. Así, Alfonso Fernández, colegiado del Col·legi d’Economistes de Catalunya, destaca tres motivos: En primer lugar, las empresas redujeron su estructura (su tamaño) con motivo del Covid-19, y eso provoca que la oferta en este momento no sea capaz de afrontar la rápida recuperación de la demanda, causando los actuales cuellos de botella en las cadenas de suministro. Este problema debe resolverse por sí solo, es decir, deben ser las empresas las que vuelvan a adaptarse a la nueva demanda, aunque será un proceso que tardará todavía bastantes meses, seguramente hasta la segunda mitad de 2022”.
En segundo lugar, -añade Ferández- “la recuperación de la demanda de bienes y servicios viene acompañada por unas necesidades igualmente muy fuertes y rápidas de consumo energético. Esto hace que la demanda de electricidad, de petróleo y de otras materias primas se haya disparado de manera muy rápida, generando fuertes aumentos en los precios de tales energías, que se acaban trasladando a los consumidores”.
Y concluye el economista del Col·legi d’Economistes de Catalunya que: “En tercer lugar, el abandono del carbón para la generación de electricidad hace que la oferta de esta fuente de energía (electricidad) se vea también restringida, causando un aumento en los precios de la misma. Asimismo, las productoras que siguen optando por la generación de energía por medio del carbón (fuente contaminante), deben pagar unos derechos de emisión de gases muy caros por poder contaminar, lo que igualmente aumenta los costes de producción de electricidad que se acaban trasladando, asimismo, a los consumidores y empresas”.
En esta visión coincide también el economista de BBVA Research Camilo Ulloa, que además añade: “Por el lado de la subyacente, hay parte de la recuperación de la demanda, pero no es tan sustancial. Se nota sobre todo en servicios que han llegado a la recuperación, sobre todo restauración y turismo, se nota que hay una pequeña presión al alza y también algo de lo que llamamos ‘efectos de segunda ronda’, que básicamente es que mucho de los productos que consumimos necesitan energía para moverse, y los productores que tienen menos márgenes les han trasladado de alguna forma, y eso también explica parte del ascenso. Pero fundamentalmente, la clave es la energía, y sobre todo, el componente de la oferta.
En este sentido, según una nota remitida por la Dirección General de Economía y Estadística del Banco de España, hasta el 44% de las empresas tiene previsto trasladar parcialmente el aumento de los costes a los precios de venta durante el primer trimestre del año, y alrededor del 60% lo harán a lo largo de 2022. Ante este hecho, Gilles Moëc, economista jefe de AXA Investment Managers, advierte que "una prolongación del pico de inflación en curso podría aumentar los riesgos de más efectos secundarios que conviertan el shock de precios en un cambio ascendente en el régimen de inflación”.
¿Podría llegar a España a una tasa de inflación del 10%?
“Es difícil este escenario, ya que la inflación debería moderarse en la medida en que la cadena de suministro se normalice”, señala Alfonso Fernández. “Las tensiones inflacionistas en España vienen determinadas por factores exógenos, de manera que una inflación del 10% significaría datos similares en el resto de la Unión Europea, cosa que obligaría al BCE a actuar con clara determinación y contundencia antes de llegar a ese escenario. En resumen, es un escenario muy poco probable”, concluye el economista.
Por su parte, Camilo Ulloa -coincidiendo con su colega- señala: “Es difícil que se de, por lo que está causando la inflación”. Y añade: “Doy poca probabilidad a un escenario con una inflación del 10%, y sobre todo de una forma persistente. (…) En todo caso, si hubiera una situación de persistencia y los productores estuvieran ya bajo pérdidas, si esto sigue aumentando los costes, no podemos descartar que haya un mayor back throw del que hemos visto hacía los precios finales”.
Efectos para los (pequeños) ahorradore
Según una nota que firma Raymond Torres, Director de Coyuntura y Análisis Internacional de Funcas, en España se estima “una pérdida de poder adquisitivo de las familias cercana a 8.100 millones de euros”, motivada por como “el shock de costes energéticos merma la capacidad de compra de los hogares a la vez que erosiona el valor real del sobreahorro generado por la crisis pandémica”.
Así, Camilo Ulloa (BBVA Research) afirma que: “No es lo mismo la inflación que están soportando los perfiles de renta más pobre, que lo que están soportando los perfiles de renta más rico. También vemos diferencias por la edad, sabemos que las personas mayores tienen un peso de la electricidad más elevado en su cesta de consumo que las personas más jóvenes. Eso quiere decir que su pérdida de poder adquisitivo está siendo más fuerte que para los jóvenes. Y lo mismo nos pasa con los perfiles de renta, los hogares más pobres están acusando una mayor pérdida de poder adquisitivo.
Por su parte, Alfonso Fernández (Col·legi d’Economistes de Catalunya) sentencia que: “La pérdida de poder adquisitivo, que de hecho se está produciendo en millones de asalariados españoles desde la crisis financiera de 2008. En otras palabras, el empobrecimiento de la clase media, fundamentalmente”.
Bancos Centrales (del BCE a la FED)
Preguntamos a los expertos que valoren y hagan balance de la actuación de los supervisores y las políticas llevadas a cabo por los principales bancos centrales. En este sentido, Alfonso Fernández considera que: “De momento la principal medida es la retirada progresiva de los estímulos monetarios, especialmente por parte de la Reserva Federal de EEUU. En el caso del BCE la necesidad de controlar la inflación no es tan imperante, pues la misma se encuentra de momento bastante por debajo de la de EEUU. Las autoridades monetarias se reservan políticas más contundentes según los próximos datos de inflación. Me parece una posición prudente y acertada”.
Coincide en diferenciar entre la situación en EE.UU. y Europa Gilles Moëc (AXA Investment Managers) que destaca que: "La presión de la demanda está golpeando a los sectores que se enfrentan a una oferta interrumpida, lo que hace que los productores tengan la tentación de lidiar con la presión del aumento de los costes de las materias primas elevando sus precios finales”, y añade: “la situación es muy diferente en la zona del euro, donde la brecha de consumo aún se situó en un asombroso -7% en el segundo trimestre de 2021”. Por tanto, concluye el experto: “el margen de maniobra para trasladar los precios más altos de los recursos básicos a los precios al consumidor es mucho más limitado en la zona del euro que en Estados Unidos.”
Por su parte, Camilo Ulloa señala que: “Están siendo correctas, porque el Banco Central Europeo, como la mayor parte de bancos centrales, está reconociendo el carácter, que aunque tiene una persistencia, es temporal. Porque lo normal sería que con estas crisis que se está viviendo, la oferta teminara reaccionando, normalizándose y terminara absorbiendo esa presión al alza”.
Y concluye: “Con lo cual diría que por el momento de que la política monetaria que está siendo acomodaticia es correcta, en el escenario que estamos viviendo. Otra cosa es si vemos un escenario con una inflación persistente, sobre todo en el conjunto del área del euro, un escenario de estrés, por supuesto ahí cambiaría el tono de la política monetaria. En el caso de España, en concreto no sería beneficioso que se aplicara una política monetaria más restrictiva”.
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