Las preguntas que daban título a la mesa redonda eran ya de por sí muy pertinentes y actuales: ¿realmente merecen tanto la pena las criptomonedas?, ¿hace falta una regulación de estas divisas digitales? A lo largo del panel se repitió mucho una idea: las criptomonedas y el blockchain han llegado para quedarse, nos guste más o menos, y de algún modo se podrán aprovechar estas herramientas. Pero en China no lo ven del mismo modo: hace pocas semanas, el Banco Popular de China ha declarado ilegales en el país todos los activos digitales, como los Bitcoin, y cualquier tipo de transacción con criptomonedas.
Moderó la charla Montse Guardia, fundadora de Alastria, que es una asociación sin ánimo de lucro que fomenta la economía digital a través del desarrollo de tecnologías blockchain. Se trata, ni más ni menos, de una de las primeras redes nacionales de blockchain del mundo. Tal y como ella misma explicó en la introducción, estamos hablando de “una tecnología global y en red” que va a generar “un cambio social y económico”. Pero, ¿cómo canalizar ese cambio y transmitirle su importancia a toda la sociedad?
Empezó tomando la palabra Arancha Martínez, CEO y fundadora de ComGo. Se trata de la primera plataforma blockchain para gestionar proyectos solidarios: “Queremos usar esta tecnología para generar impacto social en el sector humanitario”. En la misma línea iba el segundo de los proyectos representados en la mesa: Ubiquiat, fundado y dirigido por Jaume Catarineu.
“Empezamos como una empresa de pagos digitales”, explicó este, “pero en 2014 empezamos a trabajar en monedas complementarias y en crear nuevas formas de valor”. Así nació la idea que se traen ahora entre manos: “Es una moneda local con la que uno puede pagar en las ciudades en las que se implanta, como si fueran euros, pero que también sirven para generar un impacto social con su uso”. Estas monedas “pueden ser adquiridas por los ciudadanos, y tienen un valor real, pero a la vez sirven para conseguir reputación como ciudadano si reciclas o ayudas a hacer la transición energética. Eso da ventas al usuario y, además de poder gastarse, sirve para comprometerse con la comunidad”.
Catarineu lamenta que “aunque los gobiernos e instituciones están abiertos a la innovación, a veces es difícil empujarles a aceptar estas realidades. Siempre hay que tener un pie en la legalidad”. Pero se muestra optimista al respecto: “En un futuro próximo, cuando haya bancos centrales de monedas digitales, habrá nuevas posibilidades”.
Fue el turno luego de Joan de Ramon Brunet, CEO de The Crypto Cluster, que piensa que aunque el blockchain “permite crear nuevos servicios financieros, es algo muy complejo para la gente. No llega de momento a una aceptación de masas. Tenemos que enseñar a la gente y a los reguladores lo que esta tecnología puede aportar a la sociedad”. La moderadora recogió el guante de esta idea para preguntar a los ponentes cómo puede ser posible utilizar el blockchain para “crear un mundo mejor”.
Tomó la palabra Arancha González, por estar vinculada al sector de la filantropía. En su opinión, esta industria “mira al blockchain con miedo y como un riesgo. Pero yo lo veo como una forma para que la gente que lo necesite consiga recursos más rápido. Tenemos que atender a estas oportunidades, porque son nuevas herramientas que nos pueden hacer más eficientes”.
Una de las impresiones compartidas por todos los ponentes es que se trata de tecnologías en las que cuesta trasmitir confianza. Por eso, todos hicieron énfasis en la necesidad de una labor pedagógica para acercar a la sociedad a las criptos y al blockchain. Jaume Catarineu reconoce que “es muy difícil aceptar nuevas propuestas, y además la legalidad es muy estricta. La única forma es hacer esa evolución transmitiendo confianza, para que la gente se anime a seguir esa innovación. Porque en los próximos años va a venir un tsunami de este tipo de tecnologías”.
“Debemos crear una base para explicar a los reguladores lo que estamos haciendo”, afirmó Brunet”. Catarineu cree que esto pasa por “hacer entender a la sociedad sus dudas sobre estas tecnologías, y a los gobiernos hacerles ver el poder que tienen estas finanzas descentralizas para solucionar problemas”.
La conclusión, en palabras de la moderadora, es que estamos en un momento de “ruptura”, a las puertas de un tsunami que va a trastocar nuestro sistema económico. No nos queda más remedio que aceptarlo, entenderlo y trabajar para que su instauración sea lo más beneficiosa posible para todos.
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