De momento, ni la Ponencia de Vacunas ni la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) avalan la administración a toda la población general. ¿Qué dice la inmunología sobre esta dosis de refuerzo?
Hay subvariantes que escapan a los anticuerpos
Aunque ya existían indicios, la aparición de la variante ómicron puso de manifiesto que las vacunas basadas en la variante de SARS-CoV-2 original (Wuhan) generan anticuerpos que no neutralizan de manera eficaz a estas nuevas variante del virus.
De hecho, parece que las subvariantes de ómicron BA.2.12.1, BA.4 y BA.5 escapan a los anticuerpos neutralizantes inducidos tanto por la vacunación como por la infección. Esto implica que hay una presión selectiva que favorece que se expandan justo las subvariantes que escapan a los anticuerpos. Quizás es el motivo de que siga habiendo transmisión del virus en poblaciones con altas tasas de vacunación o de infección.
Además, sabemos que la cantidad de anticuerpos neutralizantes disminuye con el tiempo. A los 6 meses de la pauta completa de vacunación solo queda en torno a una quinta parte.
En las personas mayores esta bajada es más rápida, y es posible que una nueva dosis de vacuna, sobre todo si se actualiza para hacer frente a las nuevas subvariantes, active las células B de memoria generadas inicialmente por la vacuna o la infección. Al activarse se diferenciarían en células plasmáticas capaces de producir de nuevo grandes cantidades de anticuerpos neutralizantes.
Estudios sobre la eficacia de las dosis de refuerzo
Se ha sugerido que administrar dosis de recuerdo o adicionales en exceso, y con la variante original del virus, puede generar efectos perjudiciales. Entre ellos una “impronta”, es decir, que la respuesta de anticuerpos dominante se centre en regiones de la proteína S que sólo estaban presentes en la variante ancestral, pero no en las nuevas variantes. De ser así, estas dosis adicionales impedirían la formación de anticuerpos neutralizantes frente a las nuevas variantes.
Sin embargo, un estudio sobre el efecto de la cuarta dosis en Israel indica que esta dosis aumenta la cantidad de anticuerpos neutralizantes. Ahora bien, este aumento tiene un efecto muy moderado en evitar el contagio (30 % de protección adicional).
Otro estudio reciente indica que la dosis adicional mejora la protección contra enfermedad grave en personas mayores de 60 años por un factor de aproximadamente 3 en comparación con la gente que sólo recibió tres dosis de la vacuna.
Alternativamente, y dado que las personas mayores de 80 años pueden tener un sistema inmunitario envejecido, la administración de una cuarta o quinta dosis puede no ser eficaz en cuanto a la generación de la respuesta humoral (anticuerpos).
Para estas personas, existe la alternativa de realizarles una inmunización pasiva, es decir, administrarles los anticuerpos que ellos no pueden producir. Evusheld es una combinación de anticuerpos monoclonales autorizada por la Comisión Europea para tratar a personas con alto grado de inmunosupresión, pero su uso podría extenderse a la población de personas mayores más vulnerable.
Gravedad atenuada gracias a la vacunación
En cualquier caso, la buena noticia es que, para una gran parte de la población general, meses después de la vacunación y de la tercera dosis de recuerdo, sigue existiendo una protección muy alta frente a la enfermedad grave y la muerte por COVID-19.
Recordemos que nuestro sistema inmunitario cuenta esencialmente con dos formas de combatir de manera específica a un patógeno: generar anticuerpos que lo neutralicen y eviten la infección (respuesta humoral), y/o generar linfocitos T que reconozcan y eliminen células ya infectadas (respuesta celular).
Pues bien, la respuesta de memoria celular generada por las vacunas, aún siendo incapaz de prevenir la infección por el SARS-CoV-2, es suficiente para evitar que enfermemos gravemente. Sobre todo porque no se ve tan afectada por las mutaciones que se van acumulando en el virus.
De lo dicho hasta ahora se deduce que, por el momento, probablemente carece de sentido aplicar una cuarta dosis a la población general. Sobre todo empleando la vacuna basada en la variante de virus original (Wuhan).
¿Y qué pasa con las otras vacunas? Aún necesitamos más información sobre la eficacia de las vacunas adaptadas a las nuevas variantes y subvariantes, aunque los resultados preliminares parecen prometedores.
La versión original de este artículo fue publicada por la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI) de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Salvador Iborra Martín, Personal Docente e Investigador. Inmunología e infección, Universidad Complutense de Madrid
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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