EE. UU. y el mundo 20 años después del 11-S (y por qué habrá cada vez más “America First”)

(Por Andrea Betti, Universidad Pontificia Comillas) Han pasado 20 años desde los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Algunas de las preguntas principales de analistas y observadores en estos días son de qué manera ha cambiado el sistema internacional en las últimas dos décadas y cómo se ha visto afectada la política exterior de Estados Unidos.

Image description

Aunque los intereses nacionales de un país no suelen variar en tan solo dos décadas, es indudable que algo ha cambiado en el comportamiento internacional de Estados Unidos. Las razones han de encontrarse, sobre todo, en una serie de sucesos que han tenido lugar en el sistema internacional.

En una época de relativo éxito de las opciones populistas, es bastante natural relacionar el comportamiento de Estados Unidos con su situación política interna. Muchos análisis científicos y periodísticos han descrito en detalle la presunta regresión democrática que estaría caracterizando la política nacional estadounidense.

Para explicar la actitud aislacionista y nacionalista de Estados Unidos en los últimos años se suele mencionar la prevalencia de la política identitaria, el abuso de las cuestiones divisivas y polarizadoras (wedge issues), el uso desproporcionado de la propaganda (y de las falsedades) en las redes sociales, el ascenso de líderes autoritarios y demagógicos, el choque entre extremistas y defensores del statu quo y la consecuente incapacidad de los dos mayores partidos, republicanos y demócratas, para consensuar reformas sensatas frente a problemas de interés nacional.

Sin embargo, hay una tendencia a exagerar el impacto de tales factores nacionales y no siempre se han tenido en debida cuenta los factores internacionales, menos atractivos desde el punto de vista mediático, pero de gran influencia a la hora de determinar la posición internacional de un país.

Las transformaciones se aceleraron

Los atentados del 11 de septiembre no hicieron más que acelerar el impacto de algunas de las grandes transformaciones internacionales que comenzaron con el fin de la Guerra Fría. En primer lugar, la desaparición de la Unión Soviética fue ciertamente una buena noticia desde el punto de vista del avance de los valores democráticos. Sin embargo, para los países de la OTAN supuso la desaparición de una amenaza clara y fácilmente identificable que había permitido la definición de objetivos comunes.

Hoy en día, las amenazas son más difusas, más difíciles de identificar en un estado o un territorio concreto. Su impacto puede variar mucho, lo cual cambia su manera de ser percibidas y el tipo de alarma que provocan. El ejemplo más evidente se dio con la intervención estadounidense en Irak en 2003, que reflejaba la existencia de enfoques diferentes entre europeos y estadounidenses sobre cómo combatir el terrorismo. Frente a este tipo de amenazas, es más difícil llegar a acuerdos, incluso entre aliados.

En segundo lugar, el fin de la Guerra Fría intensificó un proceso de globalización que, después de una primera fase, en los años noventa, de grandes promesas de bienestar para todos, empezó a mostrar su cara menos agradable.

La libre circulación de bienes, personas y capitales no significaba solo oportunidades, sino también riesgos, por ejemplo, unas nuevas desigualdades, evidentes con la crisis de 2008, o unos nuevos desafíos en materia de acogida e integración de personas, evidentes con las frecuentes crisis migratorias.

Populismo y globalización

La globalización ha supuesto la aparición de nuevas inseguridades que favorecen la huida de muchos electores de los partidos centristas hacia soluciones más extremas y demagógicas. En este sentido, son varios los analistas que explican el populismo como una consecuencia y una reacción contra la globalización. No casualmente, desde el punto de vista internacional, el populismo se acompaña, a menudo, con un mensaje aislacionista y nacionalista, presentado como el único antídoto en un entorno internacional inseguro.

Por estas razones, cuando se analiza el aislacionismo de Estados Unidos en estos últimos tiempos no se puede recurrir solo a explicaciones nacionales. Como argumentó Peter Gourevitch hace más de 40 años, la distribución internacional del poder político y económico puede tener efectos decisivos en la política interna de un país, incluso cuando se trata de una superpotencia como Estados Unidos.

Las presiones económicas y militares globales reducen el abanico de las opciones a disposición de un líder político. Es muy probable que en los próximos años la tendencia de Estados Unidos a enfocarse más en sus intereses nacionales continuará, sea quien sea el presidente o el partido en el poder. Es la consecuencia de un nuevo entorno multipolar, en el que varias potencias compiten entre sí, mientras que ninguna de ellas tiene la suficiente influencia política y económica para imponer las decisiones a las demás o para garantizar la seguridad internacional.

El liderazgo de EE UU se tambalea

Es verdad que el sistema de relaciones internacionales que Estados Unidos construyó después de la Segunda Guerra Mundial para proporcionar seguridad a sus aliados y para contener a sus rivales sigue vigente, por ejemplo, en organizaciones internacionales como la ONU o la OTAN.

Sin embargo, es también cierto que la redistribución de poder a nivel internacional dificulta la posibilidad de que Estados Unidos siga jugando el papel de líder del sistema. Por un lado, escasean los recursos para poder hacerlo, por ejemplo, en Afganistán, mientras que, por el otro, su legitimidad se tambalea frente a potencias que exigen un papel protagónico.

Esto no significa que el orden internacional liberal esté destinado a desaparecer a corto plazo, y con ello las relaciones transatlánticas, el libre comercio o los valores democráticos. Cambios de esta envergadura pueden requerir mucho tiempo.

Lo que sí es cierto es que tanto sus aliados como sus adversarios tienen que prepararse para un mundo en el que Estados Unidos se dedicará cada vez más a sus intereses nacionales de una manera que podrá resultar, a veces, insolidaria y agresiva. Esto no será simplemente la consecuencia de un líder u otro, sino el efecto de unas transformaciones globales difíciles de parar.

Andrea Betti, Profesor Teoría de las Relaciones Internacionales, Universidad Pontificia Comillas, ICAI-ICADE, Universidad Pontificia Comillas

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation

Tu opinión enriquece este artículo:

Cataluña se dota de un fondo de capital público para impulsar la industria del espacio con una inversión inicial de 40 millones de euros

Cataluña se dota de un fondo de capital público para impulsar la industria del espacio con una inversión inicial de 40 millones de euros. Así lo ha anunciado el consejero de Empresa y Trabajo, Miquel Sàmper , durante la presentación de la Estrategia Catalunya Espai 2030, la nueva hoja de ruta del Govern para los próximos 5 años con el objetivo de reforzar la industria del espacio en Catalunya y contribuir a la soberanía tecnológica europea en este ámbito. Asimismo, se pretende dar respuesta a los grandes retos globales vinculados al espacio, como la gestión y explotación de datos o la conectividad.

El barrio con mayor rentabilidad de España ofrece un 10,9% y el menos rentable un 2,6%

La rentabilidad de la vivienda en España cerró el tercer trimestre de 2025 en 6%, 0,1 punto porcentual menos que hace un año (6,1%). Este retorno de la inversión varía en los barrios de las grandes ciudades hasta alcanzar un máximo del 10,9% (Villaverde Alto de Madrid), según el estudio de “La rentabilidad de la vivienda en España en 2025”, basado en el análisis de los precios de la vivienda en venta y alquiler de septiembre de 2025 por el portal inmobiliario Fotocasa.

El 64,1% de los empleados españoles admite que sus hábitos alimentarios influyen de manera directa en la calidad de su sueño

La relación entre alimentación y sueño se ha consolidado como uno de los pilares más relevantes para la salud integral y el bienestar cotidiano. Según el estudio “Hábitos alimentarios en el entorno laboral”, elaborado por CignaHealthcare España, un 64,1% de los trabajadores declara que sus hábitos alimenticios tienen un efecto directo en la calidad de su descanso y es que, tal y como revela el estudio, rutinas poco saludables influyen en la productividad y la concentración durante la jornada laboral. Se trata de un factor que impacta directamente en el rendimiento cognitivo, el estado de ánimo y el bienestar general.

Más de la mitad de los catalanes falta al trabajo y el 33% se ausenta sin baja

El auge del absentismo, las ausencias de los trabajadores en su puesto ya sea con o sin baja médica, está en el foco mediático por su impacto directo en la productividad, la organización y los costes de las empresas, en un contexto donde el debate sobre la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas y la intención de ampliar el permiso de fallecimiento vuelven a incidir en la eficiencia y el bienestar en el trabajo.

Éste sitio web usa cookies, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de cookies.