En Villa Olímpica, a escasos metros de la playa donde el calor puede superar los 30 C, te puedes meter a IceBarcelona. “Tenemos el primer bar de hielo en la playa del mundo”, resume Enrique, uno de los encargados.
Los bares de hielo nacieron en Jukkasjärvi, una ciudad de Suecia, ubicada a 200km por encima del círculo polar ártico. Los primeros empezaron a abrir a inicios de la década de los 90’. En la misma ciudad la experiencia con el hielo, llegó a más incluso recreando hoteles de hielo: todo un reclamo y la atención de la gente.
Jordi Claramunt, artista y escultor responsable de la obra de IceBarcelona, también pudo participar en alguna reforma de dicho hotel: “La peculiaridad de este hotel es que se construye y se derriba cada año. En épocas entre marzo y abril se tira y en noviembre se vuelve a construir. Allí cada artista era responsable de una única habitación, la “icesuit”. La habitación contiene la típica decoración, con nieve y hielo y su propia cama doble de hielo. De esta forma, el arte se renueva cada año”.
Los Ice Bar eran construidos al aire libre, ya que la temperatura en aquella zona era suficientemente fría como para que el hielo aguantara. Pocos años después, la conocida marca de alcohol “Absolut Vodka” los empezó a esponsorizar en Estocolmo y llegan a abrir varios locales en ciudades como Copenhague, Londres, Tokio, Amsterdam hasta llegar a Barcelona.
El responsable del local nos cuenta que el local de Amsterdam es una inspiración al de Barcelona, ya que los dueños de Barcelona son empresarios holandeses” Enrique nos da la clave del principal atractivo del local de Barcelona: “el contraste del frío con la playa es único. En verano puede llegar a haber hasta 40º de diferencia entre el interior y exterior. La temperatura dentro está entre -5º y -10º, depende de la cantidad de gente que haya. Ahora con las restricciones se está más fresquito”. Actualmente se utilizan cerca de los 220 bloques de hielo para construir todo el local, lo que viene a ser una cantidad de 20 toneladas de hielo.
En la ciudad Condal llevan abiertos desde noviembre de 2007, y tras catorce años, siguen en pie. Satisfechos, comentan: “si todo sigue así, sobreviviremos a la pandemia”.
A tu llegada al IceBarcelona, te equiparán con la ropa de abrigo que proporciona el propio local. Entrarás como si de un túnel de lavado se tratara: pasarás del calor al frío en instantes. Te olvidarás de la luz del día y entrarás en el local ambientado con luces led de varias tonalidades e intensidad de varios colores. Los colores azulados, lilas, amarillos y verdes estaban repartidos por toda la sala.
Una estancia que a priori, la expectativa parecía que fuera más grande, pero una vez estás allí de cuerpo presente no tiene mayor secreto. Las primeras sensaciones son algo incómodas, no te esperas esa bocanada de aire gélido y es que el contraste es tal que es necesario hasta ponerse los guantes de inmediato. Valiente el que no se ponga el abrigo.
Si analizamos zona por zona el sitio, veremos la decoración a medida y hasta el más mínimo detalle, que está convertido en hielo: las paredes, la propia barra, los asientos o los vasos en los que beberás tu cóctel. La ambientación del local es lo más curioso y espectacular. Según nos cuenta Enrique, el responsable del negocio, “cada escultura era restaurada temporalmente. Desde la última remodelación, es la primera vez que un artista local, Jordi Claramunt, trabaja en el bar de hielo.
Siempre habíamos tenido un equipo armado desde hace mucho tiempo. La experiencia fue muy satisfactoria, cosas de la pandemia... Ha remodelado esculturas que ya teníamos y ha hecho las suyas propias. Mi preferida es la de Alien”.
Para conseguir el golpe de efecto, con el que los clientes alucinen con cada una de las figuras a veces es complicado de manejar. El escultor de IceBarcelona me contaba las exigencias del propio trabajo: “Mi herramienta de trabajo es una motosierra, solo será en la parte de los detalles finales cuando utilizamos otro tipo de herramientas más específicas. Es un trabajo muy laborioso, hay que tener en cuenta que la motosierra es una herramienta que pesa y la utilizas todo el día, y los primeros días son agotadores repercutiendo con agujetas hasta prácticamente el final del proyecto”. Claramunt considera que es más ágil el trabajo siempre que conozcas la posición de la escultura: “te agilizará mucho más tiempo para decidir la posición de cada bloque de hielo y así dividir la escultura por secciones según lo que necesites”.
Al hielo se le da forma para crear auténticas exposiciones de esculturas de hielo, obra de algunos de los más prestigiosos escultores de hielo de Europa. La decoración se actualiza al menos dos veces al año, ya que aunque la temperatura se mantiene constante, las estatuas van derritiéndose poco a poco y pierden consistencia. Así, cada pocos meses se actualizan las obras, que mantienen una estética genérica, con una temática compartida. Jordi Claramunt, el escultor encargado de las figuras de hielo, nos cuenta su experiencia de trabajar con hielo: “Trabajar con un material como el hielo es muy agradable, es mucho más rápido que hacerlo con la piedra o la madera. Al ser un elemento translúcido, parece que estés trabajando con cristal y el efecto que da es mágico. Tu trabajo se hace mucho más interesante, lo hacemos rodeado de misticismo y con la efimeridad de saber que las esculturas al ser de hielo, se irán derritiendo poco a poco. Esto implica mayor concentración: trabajamos en temperaturas bajo cero, para que el hielo esté siempre en estado sólido. Aplico la técnica del vacío para ir puliendo la figura y quitar todo lo que no utilizaremos”.
En ocasiones, ha sido Barcelona y sus monumentos los protagonistas, aunque en otras se han basado en películas y otras culturas. De todas maneras, es una gozada pasear entre estas obras de arte efímeras, que ofrecen una interesante ambientación en el local. “La temática de este año, el mundo del cine, me la asignaron antes de empezar el proyecto. Una propuesta que a mí me apasiona: entonces a partir de aquí tenía carta blanca para escoger, un detalle muy oportuno por su parte y que les agradezco mucho. De esta forma, pude escoger cada una de las esculturas y las que hice yo fueron: un Batman, una cabeza de Tiranosaurio Rex, el RD2D2 y el Baby Yoda que está encima de la barra”, contaba Claramunt sobre su trabajo realizado en IceBarcelona. Moverse entre ellas e inmortalizar el momento con una fotografía, es el recuerdo más divertido sin duda, sobre todo en el verano, cuando fuera se superan tranquilamente los 30 grados centígrados y dentro se está por debajo de los 0 grados.
En la barra, la camarera me ofrece la carta de bebidas. Destaca la brevedad de la oferta: en ella solo aparecen un total de cuatro cócteles con alcohol con varios combinados de zumo de frutas. El bar tan solo ofrece bebidas alcohólicas a excepción de los zumos para combatir el frío, me imagino. Con la temperatura ambiente bajo cero, la mejor forma de combatir el frío es entrando en calor con ese cóctel y con una buena música.
Todas las canciones que suenan, lo hacen a través de una lista de reproducción abierta para el público para incorporar los temas que quiera la gente. Sobre todo, la tarde que pasé en el local sonó mucho de techno y electrónica. De todas formas, la camarera bromeaba con que cada vez: “el reggaeton lo pide más gente”.
Muchos de los clientes con los que me crucé, eran extranjeros. Turistas que habían venido de vacaciones a Barcelona y algunos de los asistentes me aseguraron que ya conocían la experiencia del bar de hielo. Bryan, un chico de Colorado, que había llegado hace unos días con su pareja nos explicaba: “Estuve una vez en uno de ellos en Londres y la experiencia fue sensacional. Ya estamos acostumbrados al frío, así que nos gusta pasar un buen rato aquí con mi chica, con amigos o incluso con familia”.
Cuando pregunto por la energía que puede consumir un local de estas características, no saben responderme con certeza. Nos comentan que el motor funciona con un termostato que solo se enciende cuando el local sube de cierta temperatura. Enrique añade que “el hielo mantiene muy bien el frío, por lo que el consumo energético no es tan alto como nos podemos imaginar. Te diría que unas oficinas con varios equipos de aire acondicionado consumen más que el bar de hielo”.
Precios y consejos
La entrada cuesta € 16,50 e incluye la copa, el abrigo y los guantes, que a una temperatura de 5 grados bajo cero suelen hacer falta. La visita tiene un tiempo ilimitado hasta aproximadamente agotar el turno, aunque por experiencia propia tendrás tiempo más que suficiente. Combatir el frío durante mucho tiempo es tarea complicada, así que te recomiendo que -si no eres esquimal- vengas ese día con algo más de ropa gruesa al bar.
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