El dueño del imperio Inditex, Amancio Ortega, y el conocido Juan Roig, dueño de la cadena de supermercados Mercadona, poseen dos de las fortunas más grandes de España con € 60.440 millones y € 9.350 millones, respectivamente. Aun así, siguen vistiendo de forma casual y usando coches que pasan totalmente desapercibidos. El origen de Amancio es totalmente humilde, y aunque ahora años después posee un gran patrimonio, sus hábitos siguen siendo los mismos. Aquí entra la pregunta: ¿El dinero cambia realmente a las personas?
“Lo que nos cambia es la interpretación que hacemos de las cosas, no el hecho de tenerlas o no. El dinero en sí no es ni bueno ni malo, la cuestión es lo que se hace con él o lo que se desearía hacer con él”, explica Emmanuel Rodríguez de Vera, psicólogo con certificado en aptitud pedagógica.
Lo cierto es que tener dinero, no solo consiste en aumentar el número de cifras del banco. “El dinero, en nuestra sociedad, se relaciona estrechamente con el éxito y desarrollo personal y profesional. Una persona con dinero, en general es más deseada y valorada que alguien con menos recursos. A partir de allí, lo habitual es que se le abran más puertas en todo tipo de relaciones. Al fin y al cabo, las personas hoy, somos como productos situados dentro de un mercado. Donde se nos etiqueta y se nos da un valor concreto”, indica Jaume Burdils Fuster (https://www.linkedin.com/in/jaumeburdils/), sociólogo especializado en comunicación política y empresarial.
Para la mayoría ser poseedor de grandes riquezas podría brindar bienestar y felicidad, pero Emmanuel discrepa de ello: “Aunque es una falacia, para mucha gente, tener dinero es tener control, seguridad”, y es precisamente esa actitud las que les podría “acabar provocando un miedo irracional a que su fortuna se acabe, a que se gaste”. Allí es cuando se renuncia a la paz.
Jaume, aplaude a los que a pesar de sus patrimonios siguen con los pies en la tierra: “En mi opinión son actitudes loables, en una sociedad en donde se invita a todo lo contrario”. Parecer rico, vistiendo de forma ostentosa para causar impresión, tampoco es la solución. “Ser rico, o pobre, no es una situación estática en la vida. La vida es muy larga y se puede pasar por diferentes fases. No es poca cosa saber vivir y adaptarse a cada situación”, argumenta Emmanuel.
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