También la agenda económica de España para este otoño viene cargada de novedades que suponen un importante reto, pues influyen directamente en las decisiones económicas diarias de sus ciudadanos.
Vuelve una vieja conocida: la inflación
En primer lugar, ha vuelto a aparecer un concepto que había desaparecido de los titulares económicos de los últimos años: la inflación. En efecto, en España hace solamente un año se estaba hablando de una tasa de inflación del -0,4 %, es decir, negativa.
A partir de abril de 2020 los precios, lejos de aumentar, mostraron una tendencia ligeramente negativa a causa del efecto covid y las medidas puestas en marcha para afrontar la expansión del virus. Sin embargo, desde comienzos de 2021 la tendencia ha sido totalmente opuesta, sin duda gracias a la recuperación económica y a pesar de las variantes del virus que siguen apareciendo y limitando dicha recuperación.
No es tan preocupante el hecho de que la tasa de inflación sea positiva como la rapidez con la que está alcanzando cotas relativamente elevadas, teniendo en cuenta que el Banco Central Europeo tiene un objetivo de inflación simétrico del 2 % a medio plazo. De hecho, desde mayo ha mostrado niveles cercanos al 3 %, alcanzando en agosto el 3,3 %, crecimiento interanual que no se observaba desde 2012. Y este fenómeno no es exclusivo de España.
La inflación también está mostrando un intenso crecimiento en lugares como Estados Unidos o la propia zona euro.
Ante esta situación, la pregunta es: ¿existe realmente un problema? En recientes declaraciones, el Gobernador del Banco de España ha señalado: “Se espera que el actual aumento de la inflación sea en gran medida transitorio”.
Un vistazo rápido al gráfico anterior permite extraer una conclusión importante: la inflación subyacente (que descarta los alimentos no elaborados y los productos energéticos y que sirve para medir la temperatura de la economía) no está experimentando un incremento sostenido de los precios, situándose en agosto en un crecimiento del 0,7 %.
Por tanto, el incremento de los precios proviene de los alimentos no elaborados (con un aumento del 2,6 %) y, principalmente, de los productos energéticos (con un incremento del 23,5 %). Aquí destaca el fuerte incremento de los precios de la electricidad, el gas y otros combustibles, con un aumento interanual del 27,3 %.
Un reciente informe del Banco de España señala como principales causas de este incremento de precios:
-
La intensa reducción de los precios en actividades de servicios como la hostelería y el ocio que se observaron en el verano del 2020.
-
La evolución de los precios de la energía no eléctrica.
-
El aumento del precio de la electricidad.
No obstante, el BDE no descarta el efecto que puedan provocar en el futuro los cuellos de botella en las cadenas globales de suministros y que limitan la capacidad productiva de las empresas de ciertos sectores, como el automovilístico.
Sube el precio de la luz
El incremento del precio de la electricidad se vincula a otra de las grandes preocupaciones de los españoles para este otoño: el coste de la luz. En las últimas semanas se han ido encadenando máximos históricos en su precio. En septiembre ha alcanzado los 142 euros por MWh de media, un máximo histórico que supone un incremento del 240 % respecto a septiembre de 2020 y que posiciona a España como uno de los países de la OCDE en donde más se ha encarecido el coste de la energía.
La subida de precios en el mercado mayorista tiene su traducción en la factura de los consumidores del mercado regulado (tarifa PVPC) como se muestra en el siguiente cuadro, que contiene los datos ofrecidos por la OCU. Como se puede observar, la factura mensual media no ha dejado de subir a lo largo de este año hasta alcanzar en septiembre un incremento interanual del 48 %.
Este fuerte incremento en el precio de la luz no es un problema menor: supone uno de los principales costes no solo para las familias (muchas de las cuales se encuentran ya en situación de pobreza energética), sino también para empresarios autónomos, que parten de una situación delicada a raíz de la pandemia.
Muchos de ellos sufren incertidumbre en cuanto a la demanda de sus productos. Esto, debido a las restricciones puestas en marcha en las diversas regiones pero también por el incremento en sus costes de producción, entre los que destacan el coste de la luz y los costes laborales.
De hecho, el Banco de España ha alertado de un posible efecto indirecto a considerar: si el incremento del precio de la electricidad fuera persistente, las empresas electrointensivas terminarían por imputar este mayor coste en los precios de sus bienes y servicios, lo que a su vez contribuiría a que la inflación no fuera un efecto meramente transitorio.
Sube el salario mínimo interprofesional
Por otra parte, y también vinculado con los costes empresariales, se encuentra el acuerdo para la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) alcanzado entre el Gobierno y los sindicatos (sin el acuerdo con la patronal CEOE) por el que se fija el SMI en 965 euros brutos al mes.
Esto supone un nuevo incremento de costes para las empresas, algunas de ellas en una situación realmente vulnerable bajo los efectos de la pandemia, por lo que cabe la duda sobre el efecto que tendrá esta reforma en la economía española, incluyendo los ámbitos del empleo y la inflación.
En este sentido, el Banco de España señaló en un reciente informe que la subida del salario mínimo interprofesional de 2019 conllevó un menor crecimiento del empleo con menores salarios. Esto podría servir de precedente, si bien es cierto que el incremento acordado ahora es de un 1,6 %, frente al 22,3 % que supuso incrementar el SMI desde 735,9 hasta 950 euros al mes, tal y como se observa en el gráfico.
Fondos europeos y deuda pública
Finalmente, dentro de la agenda económica de otoño hay también dos temas que no desaparecerán de las portadas en el corto plazo. Por una parte, la llegada de los fondos europeos, cuyo primer pago de 9 000 millones de euros llegó en agosto.
Estos ingresos deberían suponer una oportunidad única de modernizar y reformar la economía española, reforzando su competitividad y ayudando a superar los aspectos estructurales que limitan el crecimiento económico a largo plazo, como es el caso del fuerte aumento de la deuda pública española, que es el otro gran problema económico al que se enfrenta España en el largo plazo.
En definitiva, comienza un otoño económico especialmente interesante, protagonizado por importantes retos y algunas oportunidades que marcarán el camino de la economía española en los próximos meses.
Francisco del Olmo García, Profesor Asociado de Economía Aplicada e Investigador del Instituto Universitario de Análisis Económico y Social (IAES) y de la Cátedra de Responsabilidad Social Corporativa, Universidad de Alcalá
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.