Olga Llopis, socia directora de Comuniza, destaca la singularidad de Sant Jordi como una marca completa que encarna valores universales como el amor, la cultura y la identidad nacional. “Sant Jordi es la marca de la que deberían aprender todas las empresas”, explica.
Sant Jordi, la emblemática festividad catalana, no solo perdura en el tiempo como una tradición arraigada en el corazón de los catalanes, sino que también ha trascendido fronteras para convertirse en un ejemplo a seguir para empresas y marcas de todo el mundo. Solo en 2023, cerró con más de 2,8 millones de ejemplares de libros vendidos en España, superando los 44 millones de euros de facturación.
“Sant Jordi es la marca de la que deberían aprender todas las empresas. Lo tiene todo: una presencia icónica que se mantiene en el tiempo, una capacidad de conectar con cualquier persona para que sienta protagonista de la fiesta, unos rituales que se transmiten de padres a hijos, un día en el que miles de personas participan de una idea de país, amor y literatura”, cuenta Olga Llopis, socia directora de Comuniza.
La festividad se distingue por su accesibilidad y actualidad: cualquiera puede entender fácilmente en qué consiste y puede formar parte de la celebración. Año tras año, los catalanes esperan con ansias la llegada de la primavera para celebrar esta festividad, convirtiéndola en un evento que une a toda la sociedad catalana.
Para Llopis, Sant Jordi es más que una celebración: es una experiencia de marca única que invita a todos a ser protagonistas. "En Sant Jordi, todos somos protagonistas. Es parte de la clave de su magia: porque cada libro y rosa demuestran que las personas son los actores principales de esta fiesta", destaca.
A grandes rasgos, durante Sant Jordi las calles se llenan de puestos de libros y rosas, la bandera en cada esquina, la presencia masiva de personas celebrando el amor y la literatura. “Es más poderoso que el logo de una empresa exitosa: es la expresión física de una identidad colectiva”, agrega la experta.
En un mundo donde las marcas buscan constantemente conectar con sus audiencias y generar experiencias memorables, Sant Jordi emerge como un referente de cómo una marca puede transmitir una fuerte identidad, conectando con las emociones y valores de las personas.
“Sant Jordi es una lección en el arte del branding, donde la autenticidad, la inclusión y la tradición se fusionan para crear una experiencia única que perdura en el tiempo. Es el claro ejemplo de cómo una marca puede trascender su función comercial para convertirse en un símbolo cultural arraigado en la sociedad”, cierra Llopis.