Durante el primer año, Navantia y sus empresas colaboradoras efectuaron el desmontaje de la práctica totalidad de los circuitos de tuberías, sistema eléctrico, sistemas electrónicos y equipos de la parte inferior del buque, debido a los daños propios de la varada incidental de agosto de 2019 e inundación de locales.
El buque, que se ha sometido "a un profundo trabajo de reparación del casco no conocido con anterioridad en la industria civil ni militar", dispone ya del sistema de propulsión, se han repuesto los equipos dañados y presenta un elevado grado de armamento a bordo.
Asimismo, se ha completado la mayor parte de los trabajos de tratamiento superficial de la estructura, renovación de la habilitación y equipamiento de cocina.
Durante el periodo de reparación, la Armada ha incluido notables mejoras en equipamiento y sistemas electrónicos del buque, dotándose el barco de un nuevo sondador, sistema de giroscópicas y nuevo radar entre otros. También se ha aprovechado para modernizar el sistema integrado de control de la plataforma, la planta de aire acondicionado y la planta de osmosis, entre otros equipos.
Con la puesta a flote se darán por finalizados los principales montajes a bordo, así como las pruebas de estanqueidad del casco necesarias para la siguiente fase. Durante la nueva etapa a flote, el buque continuará con el exhaustivo plan de pruebas, que en su fase de puerto habilitará las futuras comprobaciones en la mar, previstas para el primer semestre de 2025. Tras la finalización de las pruebas de mar, el buque será entregado a la Armada.