“Es la reunión de personas con cierta afinidad, necesidades y objetivos comunes que se convierten en autopromotores de su propio proyecto de viviendas privadas, con espacios comunitarios a decidir por ellos mismos como: piscina, sala de música o lavandería”, resume Ana Fernández, socia fundadora de Colab, una sociedad que formó en 2015 en Cataluña junto a Daniel Nassar, para fomentar el modelo de covivienda.
El modelo de cohousing puede tener distintas formas jurídicas. En Colab plantean un modelo no especulativo en el que se eliminan los intermediarios, promotores e inmobiliarias, con el objetivo de conseguir un gran ahorro. Se construye una cooperativa de vivienda sin fines de lucro en cesión de uso donde los cooperativistas adquieren el derecho de uso de su vivienda y los espacios comunes. “La cooperativa es la que ostenta la propiedad de la edificación y las personas podrían entrar y salir de ella, siempre que se mantengan los estatutos redactados por el grupo impulsor y se conserve el espíritu del proyecto”, explica Ana, arquitecta especializada en vivienda social.
En Cataluña Colab tiene cinco proyectos en curso, todos ellos están en fases iniciales y con foco en distintas edades y grupos sociales. Como ejemplo de éxito, tienen el proyecto Ooskertade para personas mayores en Holanda, que cumplió hace poco cinco años de extraordinaria convivencia. Este cohousing consta de seis unidades de convivencia que comparten gimnasio, sauna y biblioteca, entre otros espacios.
En Colab invitan a que todo aquel que tenga la idea de impulsar un proyecto de Cohousing les visite, plantee su idea, les diga dónde quiere vivir y como quisiera hacerlo. Ellos pondrán a su disposición a abogados, arquitectos y demás profesionales dedicados al acompañamiento de grupos de autopromotores para la creación de este tipo de proyectos. “Fomentamos la agrupación de colectivos complementarios e intergeneracionales, como también comunidades de jóvenes, mujeres, familias monoparentales, artistas, entre otros”, dice Ana.
Los honorarios de Colab dependen de la superficie a construir y se dividen en coordinación general y arquitectura. Los servicios de coordinación se prorratean, según la duración total del proceso, en cuotas mensuales, mientras que los servicios de arquitectura se facturan por fases: anteproyecto, proyecto básico, proyecto de ejecución, dirección de obra y entrega.