Así lo ha anunciado este viernes la alcaldesa de la ciudad, Marta Farrés, precisando que se trata de un proyecto que ocupará 30.000 metros cuadrados, y la piscina principal, de 140 metros de largo y 35 de ancho, tendrá olas que pueden llegar a los 2,4 metros de altura.
El espacio, además, contará con un skatepark, gimnasio y zona de restauración, y todo ello conllevará una inversión de 14 millones de euros.
Las obras empezarían a principios de 2023 y se alargarían durante 15 meses, según ha apuntado el promotor, Jorge Quiñoa, que ha defendido esta cuantía porque se trata "de un fenómeno que está empezando" y hay más de 100 proyectos en el mundo, recordando que el surf se estrenó como deporte en los Juegos Olímpicos de Tokio (Japón), celebrados en verano.
Quiñoa ha garantizado que cumplirá con los requisitos ambientales y paisajísticos, sin que suponga un impacto urbanístico en la zona, y que se instalarán placas fotovoltaicas y se optará por el uso de luz verde.
El promotor ha explicado que la instalación será "para surfistas y no surfistas", ya que podrá haber aprendices, profesionales, turistas e incluso puede ser una actividad extraescolar, y ha estimado que haya unos 63.000 usuarios anuales y unos 160.000 visitantes al recinto.
La alcaldesa ha destacado que será un punto de actividad de ocio, deportiva y económica, ya que la previsión es que la nueva piscina de olas artificiales genere 65 puestos de trabajo.
Farrés ha detallado que se hará una concesión pública a 40 años, a razón de un canon de 41.700 euros anuales, y que una vez finalice este periodo, el terreno volverá a ser municipal con lo que haya construido.