El evento dio comienzo el viernes 28 de octubre a las 9 de la mañana, y a esa hora ya había multitud de personas esperando para acceder al recinto de la Fira de Barcelona; una situación repetida cada uno de los días de la celebración, inclusive las primeras horas del sábado a pesar de una lluvia que apenas daba tregua. Y es que tras este largo año y medio sin prácticamente celebraciones, consecuencia de la pandemia en que seguimos inmersos, había ganas de eventos como ya se pudo comprobar en la participación que hubo en el 1er Salón del Cómic y el Manga de Rubí.
Hablamos de que en el Manga Barcelona, que cuenta con el apoyo del ayuntamiento de Barcelona y el departamento de cultura de la Generalitat de Cataluña, se congregaron más de 122.000 personas, en total de los 4 días según informaciones dadas desde la organización. Una cifra que si bien es menor a lo conseguido en la anterior edición presencial, realizada en 2019 (en 2020 fue online) se acerca totalmente a las previsiones dadas a este medio por su directora, Meritxell Puig: “esperamos, si todo va fluyendo bien, que podríamos llegar a la cifra que tuvimos en 2019, no creo que la misma ya que tenemos un pabellón menos, pero nos aproximaremos mucho”, con lo que se puede decir, sin errar en ello, que sus expectativas han sido acertadas y que el evento ha sido todo un éxito.
La pasión de los asistentes fue patente en todo momento, con una gran afluencia de personas disfrazadas de sus personajes predilectos, participación en las diversas actividades, desde concursos a proyecciones, y por supuesto charlas, e incluso con una gran asistencia en la gala de entrega de premios. Entre los ganadores de esta edición se encuentran las autoras Ran y Kurohaine, ambas residentes en Badalona y autoras del manga Urara de la editorial LetraBlanka; competía este título en la categoría de Mejor manga de autor español junto a otros dos de Planeta Cómic, y es que aunque el manga nació en japón no conoce fronteras, y como cualquier expresión artística ha encontrado su hogar en las manos y corazones de creadores de todas partes del mundo.
Esto se ve claramente reflejado en sus muchos lectores y amantes, un público que si bien por lo que se puede observar en el Manga Barcelona, es preferentemente juvenil también da cabida a todo el resto del espectro de edades. De forma bastante literal se puede decir que hay un manga para cada persona, “el sector del manga está creciendo y cada vez hay niños y niñas más pequeños que lo leen. Lo veo muy bien, creciendo cada año y estoy convencida de que esto seguirá siendo así”, apostilla Meritxell Puig al ser preguntada a este respecto, y de hecho se podía ver a diferentes generaciones familiares paseando y compartiendo su afición (de padres a hijos y de abuelos a nietos).
De igual forma esto queda patente por el gran número de empresas participantes, desde autores que acuden de forma independiente para estar presentes en el Artist Alley, a tiendas y editoriales de todo tipo y tamaño. Por supuesto Norma Cómics y Planeta Cómics, dos de las más grandes y representativas del sector estaban presentes, pero con muy buen tino la organización separó en diferentes pabellones a los gigantes de la industria de los representantes medianos y pequeños, como LetraBlanka Editorial o Ediciones Tomodomo, que si bien tienen su propio y amplio catálogo no pueden competir con la avalancha de títulos y nombres que mensualmente publican las de mayor tamaño.
La organización de los 70.000 m2, en diferentes pabellones, no respondía tan solo a cuestiones empresariales, otro tanto hay que achacar a la situación sanitaria y a las medidas previas para la celebración del evento, como la obligatoriedad de mantener distancias siempre que fuera posible y de llevar mascarilla, algo ya básico en toda celebración multitudinaria (es más, había un punto de vacunación sin cita previa). “Todo está funcionando bien, está siendo un éxito, ver que el cómo hemos organizado los pabellones y el flujo de la gente está yendo bien”, comentaba Meritxell Puig poco después de la entrega de premios del viernes por la mañana.
Hay que decir que, como suele ser costumbre, el evento agotó rápidamente sus entradas lo que es una demostración de la pasión que despierta, incluso en la propia organización como las palabras de Puig dejaban claro al decir que “Estamos muy contentos, muy emocionados, muy ilusionados”. Esta rápida difusión y venta tiene, por desgracia, un lado oscuro que es la reventa, algo que desde la organización intentan advertir y evitar pero que sucede un año sí y otro también.
Si bien las decenas de miles de asistentes y las ventas durante los cuatro días indican que el sector está en recuperación tras las vivencias de la pandemia, ahora hay un nuevo obstáculo a superar: la crisis del papel. Para algunos es una señal de que hay que virar, lo antes posible, hacia los contenidos digitales, pero mientras eso sucede hay novedades que deben publicarse y un encarecimiento de los procesos y materiales de producción, no olvidemos que las imprentas y las editoriales gastan una gran cantidad de energía eléctrica y la subida de la factura de la luz las golpea de forma muy directa.
Está por llegar un porvenir difuso y extraño, con encarecimientos de todo tipo (lo peor está a la vuelta de la esquina), pero en el que parece que sí se podrán seguir celebrando eventos presenciales con el consiguiente balón de oxígeno que esto puede suponer para unos y otros. Vivimos épocas extrañas, pero por suerte podemos refugiarnos en la lectura…