Pero en los últimos años también se está utilizando el término educación diferenciada para referirse al agrupamiento en función de las capacidades del alumnado. La educación diferenciada conlleva una educación personalizada, pero ambos términos no son sinónimos ya que la organización en grupos heterogéneos no excluye la personalización del proceso de enseñanza.
Los defensores de la educación diferenciada por sexos señalan sus beneficios, sobre todo, para las chicas. Según un estudio del Sudikoff Institute (UCLA), se consigue un mayor interés por la participación en ámbitos sociopolíticos, mayor confianza en el manejo de habilidades relacionadas con las matemáticas o mayor interés por las carreras de ingeniería.
En el caso de la educación diferenciada por capacidades, las investigaciones ofrecen resultados contradictorios.
Evidencia contradictoria
Una parte de la evidencia apoya la lógica de agrupar a los estudiantes por capacidad, pero parecen existir efectos negativos para los estudiantes con baja capacidad, y los grupos de capacidad media y alta no obtendrían ninguna ventaja.
Sin embargo, otros estudios han demostrado que agrupar a los estudiantes por niveles de preparación condujo a mejoras en el rendimiento académico de los estudiantes de bajo rendimiento y en la comprensión de las matemáticas para los estudiantes de alto rendimiento.
Cuando estos agrupamientos homogéneos producen ventajas se deben a que permite a los profesores abordar mejor las necesidades individuales del alumnado, sobre todo si nos referimos a estudiantes con altas capacidades.
En general, los escasos estudios ponen de relieve que las agrupaciones homogéneas de estudiantes por sí solas no parecen obtener grandes beneficios, y debe ser una práctica que se lleve a cabo en un contexto educativo más amplio, variado y rico. Es decir, combinando diferentes metodologías, variedad de recursos y procedimientos de evaluación, utilizando el propio contexto natural y social como espacio de aprendizaje, entre otras.
Una práctica minoritaria
En España, la educación diferenciada entendida como agrupamiento homogéneo es muy minoritaria, tanto en uno como en otro caso, y no se conoce exactamente cuántos colegios realizan este tipo de agrupamientos, aunque cabe suponer que se sitúan en grandes ciudades.
Tampoco hay estudios en el contexto español sobre las ventajas de promover uno u otro modelo y es difícil trasladar las ventajas que se han analizado en el ámbito anglosajón a nuestro contexto, que tiene sustanciales diferencias socioeconómicas y culturales.
Por tanto, parece necesario realizar una investigación rigurosa que determine las ventajas de estos agrupamientos en el rendimiento académico del alumnado. La toma de decisiones debe estar basada en la evidencia, y no en las posibles consecuencias negativas, sobre todo, a largo plazo, de estas prácticas.
Inclusión y diferenciación
Varios sistemas educativos europeos están avanzando hacia una mayor inclusión, lo que inevitablemente conlleva una mayor diferenciación dentro del aula. Se recomienda avanzar hacia un concepto de “instrucción diferenciada”, que se basa en la idea de que los estudiantes son inherentemente diferentes. Es decir, organizar las prácticas educativas en grupos heterogéneos, pero ofreciendo al alumnado respuestas personalizadas en función de sus características individuales.
Por tanto, una instrucción diferenciada conlleva diseñar prácticas educativas teniendo en cuenta las diferencias de los estudiantes, sus intereses, motivaciones y habilidades para que cada uno se involucre en función de sus capacidades.
La instrucción diferenciada supone:
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Trabajar en grupos homogéneos y heterogéneos en función del objetivo didáctico que se plantee.
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Utilizar materiales y recursos que eliminen las posibles barreras y que permitan la máxima interacción comunicativa entre todos los estudiantes y de estos con los docentes.
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Ofertar actividades escalonadas menos complejas o apoyos adicionales a los estudiantes que se desempeñan en niveles más bajos y ofrecer alternativas más complejas a los que tienen un ritmo de aprendizaje más rápido.
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Diseñar tareas que permitan la funcionalidad del aprendizaje y la participación en las dinámicas de grupo en función de las capacidades del alumnado, etc.
Nada de esto excluye el apoyo de ayudas técnicas puntuales para los estudiantes que las necesiten o el trabajo en grupos homogéneos en función de un criterio educativo.
Margarita R. Pino Juste, Catedrática de Didáctica y Organización Escolar, Universidade de Vigo
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.