La COVID-19 no solo ha provocado una emergencia sanitaria, también ha golpeado a la economía afectando a muchos sectores, especialmente aquellos que se basan en el contacto y en la cercanía. Situación que ha llevado a muchos negocios al cierre definitivo o a acogerse a los ERTE (expedientes de regulación temporal de empleo) para tratar de resurgir una vez se supere la pandemia.
Este es el caso de Alfredo Martínez, un joven profesional del marketing digital que en 2020 vio cómo su empresa se acogió a los ERTE, provocando que se quedara en casa con la incertidumbre de si pasado un tiempo volvería a recuperar su empleo.
Pese a una situación tan complicada, decidió dar un paso adelante y emprender usando las habilidades que desarrollaba a diario en su trabajo. El resultado: Patatas Anónimas. El reto se fundamentó en crear una tienda online basada en el envío de una patata cruda con un mensaje personalizado escrito en la piel o con una foto adherida a esta. Además, con cada patata enviada, dona una al Banco de Alimentos de Burgos –actualmente ya se han superado los 100 kilos de este tubérculo-.
Se trata de una idea inspirada en la iniciativa de Riad Bekhit, quien había enviado este curioso presente a 150 baloncestistas profesionales de la NBA, volviéndose viral después de que Dirk Nowitzki mostrara tan singular regalo en sus redes sociales en 2017, cuando aún militaba en Dallas Mavericks.
Su apuesta por levantar una empresa desde cero en el ámbito digital estuvo marcada por su agridulce careo previo con los ecommerce. “Hace 10 años intenté hacer dropshipping, antes de que supiera que ese término existía, enfocándome en productos importados desde Argentina”, dice Alfredo.
Si bien, encontró un “gran problema”, señala el emprendedor, pues aunque se centraba “en productos que apenas se vendían por 3 euros, y suponían una ligera inversión gracias al cambio de moneda, los controles de aduanas aumentaban el gasto hasta los € 35 por unidad”.
Un proyecto con el que disfrutar de una pasión mientras se ayuda a los demás
Tras aprender de su experiencia, Alfredo no dudó en dar una nueva oportunidad a su pasión el pasado agosto: “el marketing digital me gusta y me ha gustado siempre”, además, “todo el mundo tiene que hacer una tienda porque ya no es el futuro, es el presente”.
Una idea simple, “sin logística ni gastos” que lleva a cabo desde su casa, pero que tiene más complicación de lo que parece, reconoce el CEO de Patatas Anónimas. “Sigo formándome desde agosto”, no solo se trata de “crear una web, también hay que gestionar envíos y el transporte, por ejemplo”, reconoce Alfredo.
El emprendedor sostiene que “cualquier persona puede comprar y vender sin conocimiento”; pero para sacar un proyecto adelante “hay que tener una idea clara y que el dinero te dé igual. Hay que crear una marca. Una vez que la tienes hecha, has avanzado mucho. Te compran porque eres original”, y pone como ejemplo a Mr. Puterful que, sin innovar, funciona por concebirse como “una sátira de Mr. Wonderful”.
También destaca que “cuando un proyecto es tuyo, te motiva más, aunque no tengas ganas algunos días, te divierte y no te cuesta”. En cuanto a sus expectativas, el objetivo era comenzar con “una venta al día”. Actualmente la media no baja de “2 o 3 diarias, habiendo menos movimiento los fines de semana”.
Éxito gracias a las Redes Sociales y a una idea viral
En cuanto a su éxito en las redes sociales, Alfredo reconoce que “no sé qué le hizo funcionar. Patatas Anónimas se viralizó en Twitter al sumar 30.000 retweets, siendo hasta compartido por una influencer argentina con más de 2 millones de seguidores”.
El hecho de pasar de cero a cien sin expectativas previas provocó que “al comienzo no supiera cómo gestionar toda esta viralidad”. Eso sí, no ha supuesto un cambio tan radical en su día a día; pero le ha dado el espaldarazo necesario para seguir creciendo con complementos como las camisetas.
La idea de este joven empresario es ampliar el catálogo a través de la marca, involucrándose en otros productos, ya que es consciente que esta moda no va a durar 30 o 40 años. Reconoce que “es mejor reinvertir lo que se genera y no volverse loco. Hay días sobresalientes, como Navidad, y otros en los que no vendes nada, o ni lo uno ni lo otro”.
Alfredo tiene claro que no se quiere estancar, y reconoce que “en algún momento hay que contar con alguien si quieres seguir haciendo cosas. Son riesgos que hay que correr, aunque mejor es tener paciencia. Es el consejo que mejor me ha funcionado”.
En cuanto a referentes, no tiene ningún modelo fijo. Cree que lo que realmente importa es que te guste lo que estés haciendo.
Respecto a su futuro más inmediato, espera regresar a la actividad con su empresa, aunque todavía no se ha planteado si compaginará la gestión de la tienda con su trabajo. Lo que sí tiene claro es que quiere seguir su pasión y evolucionar cada día como profesional mientras disfruta de lo que hace.