Según Javier Goyeneche, fundador y presidente de la compañía, Ecoalf nace de la necesidad de proteger a las generaciones futuras. “Cuando nacieron mis hijos, pensé que lo más sostenible era no seguir utilizando los recursos naturales del planeta de manera indiscriminada”, afirma.
Para ello, el reciclaje podía ser una buena solución, siempre y cuando los productos generados tuvieran la misma calidad y diseño que los no reciclados. Tras una gran inversión en I + D, Ecoalf consiguió desarrollar las tecnologías necesarias para convertir la basura en nylon o poliéster, que después se utilizaría para fabricar las prendas.
Todo esto es posible gracias al proyecto Upcycling the Oceans, del que forman parte más de 3.000 pescadores de países como España, Grecia, Italia y Tailandia. “Los pescadores de arrastre separan los residuos que se encuentran atrapados en las redes y los depositan en unos contenedores”, nos cuentan desde Ecoalf.
A continuación, la basura se convierte en escamas y en pellets para después obtener el hilo 100% reciclado, ahorrando así un 20% de agua, un 40% de energía y reduciendo las emisiones de CO2 en un 50%. Algo similar ocurre con los posos de café, que antes se secan para quitar la humedad.
Este proceso de producción tiene un importante sobrecoste que, inevitablemente, se refleja en un precio final más alto. Sin embargo, la intención de la firma es que la gente compre menos ropa pero de más calidad, alargando así la vida útil de las prendas.
Para Ecoalf, la sostenibilidad debe ser el futuro de la moda, ya que es la única forma de encontrar un equilibrio entre nuestras necesidades y las del planeta. Sin embargo, para que la industria se pueda calificar de “sostenible”, no basta con utilizar materiales reciclados.
“Las empresas también necesitan incorporar modelos de negocio sostenibles en los que promueven el consumo responsable, diseñan prendas de calidad y atemporales, ahorran agua y reducen las emisiones de carbono”, aseguran desde Ecoalf.
Aunque la población está cada vez más concienciada, todavía hay mucha desinformación sobre el impacto que generan nuestros hábitos diarios. Sin duda, apostar por un consumo responsable puede ser un buen punto de partida.