Estos resultados tienen una enorme relevancia no solo porque le confieren al Partido Popular el gobierno de la Comunidad Autónoma más poblada del país, sino porque tienen importantes repercusiones en clave nacional.
Las elecciones andaluzas confirman dos tendencias de largo recorrido. La primera es la debacle de Ciudadanos: salvo sorpresa, el bloque de la derecha pasa a tener dos partidos. La segunda es la debilidad del espacio de Podemos. El espacio a la izquierda del PSOE solo suma 7 de los 109 escaños del parlamento andaluz. Esto es importante porque son las primeras elecciones en las que compite una coalición amplia (que incluye a Izquierda Unida, Podemos, Más País y Equo, entre otros) con Yolanda Díaz al mando del timón nacional.
Yolanda Díaz tendrá difícil reflotar Unidas Podemos
La llegada de Yolanda Díaz y su valoración en las encuestas despertaron muchas expectativas en los medios sobre la capacidad que tendría Díaz para reflotar el proyecto de Unidas Podemos. Los resultados de Andalucía sugieren que lo tendrá muy difícil.
Vox ha mejorado levemente sus resultados respecto a las autonómicas de 2018, pero solo un par de puntos porcentuales y tres escaños; y ha perdido casi siete puntos respecto a lo que sacó en Andalucía en las elecciones generales de noviembre de 2019. Por ahora, su participación en gobiernos se limitará a Castilla y León.
Son malos resultados electorales, pero quizá no tan malos en términos estratégicos. En cierta medida, la mayoría absoluta del PP ha supuesto una tabla de salvación para los de Abascal, porque una victoria del PP rozando la mayoría absoluta habría puesto a Vox entre la espada y la pared: o bien regalaba sus votos (lo cual lo convertiría en irrelevante y le habría obligado a romper sus promesas) o bien se arriesgaba a una repetición electoral (que podría haber significado un serio revés para el partido).
¿Un castigo al Gobierno central?
El resto de los resultados solo es parcialmente extrapolable. Por una parte, es cierto que el resultado del PSOE es muy modesto para Andalucía, y que un agravante es que esto sucede pese a la caída de sus competidores a la izquierda. Además, en su campaña han participado líderes nacionales, y es de pensar que parte del resultado modesto del PSOE se debe al castigo a las políticas del Gobierno en Madrid.
Por último, es cierto que su mal resultado está en línea con las dos últimas elecciones autonómicas, la de febrero de 2022 en Castilla y León y la de mayo de 2021 en Madrid (donde pasaron a ser la tercera fuerza, por detrás de Más Madrid). Ahora bien, tampoco se debe olvidar que, un año antes, en las elecciones catalanas de febrero de 2021, el PSOE pasó de ser la cuarta a ser la primera fuerza política.
También se debería ser cauto a la hora de leer el resultado del PP en clave nacional. Es cierto que el PP ha obtenido éxitos también en Galicia en 2020 (donde Feijóo obtuvo el 48 % de los votos y una mayoría absoluta) y en 2021 en Madrid (en las que Ayuso obtuvo el 44.7 % de los votos y se quedó a cuatro escaños de la mayoría absoluta). Pero también lo es que en febrero de 2022 obtuvo una victoria amarga en Castilla y León, y que obtuvo resultados muy pobres en Cataluña en febrero de 2021 (donde quedó como octava fuerza política) y en 2020 en el País Vasco (donde quedó sexto). El resultado del PP en Andalucía ha sido, pues, excelente, pero el PP sigue siendo débil en algunos territorios.
El PP necesita estrategias diferentes en distintas zonas
Resulta muy interesante también observar que no hay una vía única para que el PP obtenga buenos resultados: Moreno Bonilla en Andalucía y Feijóo en Galicia han obtenido las dos mayores victorias recientes del partido con un talento moderado y autonomista, mientras que Díaz Ayuso en Madrid la ha obtenido con un discurso ideológico duro y en fuerte confrontación con la izquierda.
En los tres casos, Vox ha continuado subiendo, pero su subida ha sido frenada. ¿Podrá el PP mantener la estrategia más rentable en cada lugar para conseguir sus objetivos? De lo contrario, ¿cuál de las estrategias puede serle más rentable a nivel nacional? Y, en todo caso, ¿será el PP capaz de articular un discurso nacional coherente para las elecciones generales? Son muchos los interrogantes que aún quedan abiertos.
Andrés Santana, Associate professor of Political Science, Universidad Autónoma de Madrid
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.