Se debe hablar más bien de los precios más altos de la electricidad de la historia europea, puesto que es un fenómeno paneuropeo. En 2021, los precios mayoristas de la electricidad en la Unión Europea (UE) se dispararon y la mayoría de los países experimentaron niveles récord en el tramo final del año. Detrás de este súbito incremento se encuentran una combinación de diversos factores estructurales, coyunturales y fortuitos.
Entre los factores estructurales, muchos analistas incluyen el mecanismo marginalista de fijación de precios en la UE y el escaso margen de maniobra de un mercado eléctrico escasamente integrado.
Los factores coyunturales son los ligados al aumento de la demanda por la recuperación económica pospandémica, que empuja a su vez los precios del gas natural, del carbón y de los derechos de emisión.
A todos estos se suman también factores fortuitos como la falta de viento en Europa durante muchas semanas seguidas o la parada de un tercio de los reactores nucleares de Francia a raíz del descubrimiento de un potencial problema en sus instalaciones. A mediados de diciembre de 2021, 17 de los 56 reactores franceses estaban parados, forzando los mayores niveles de importación de electricidad de la historia francesa y poniendo al límite las interconexiones con los países vecinos.
Precios medios mensuales de la electricidad al por mayor
Crisis, las de antes
Los más agoreros hablan ya de crisis energética y algunos se atreven a vaticinar que estamos a las puertas de una crisis económica comparable con la de los años 70 del siglo pasado. El aumento en los precios de la electricidad en Europa sería solo la punta del iceberg de la escasez de suministros energéticos a nivel mundial mundial. Los datos, sin embargo, no avalan tales afirmaciones.
Ni el petróleo ni el gas natural están en precios máximos históricos. Ambos están muy lejos de los máximos que se marcaron en 2008, justo antes de hundirse debido a la crisis económica desatada por la crisis financiera. Y también están lejos de los máximos de la última década.
Si bien es cierto que desde marzo de 2020 los precios de los combustibles vienen marcando una tendencia alcista, acompañando a la recuperación económica y al recorte de suministro ruso (un 25% menos a Europa en el cuarto trimestre de 2021 respecto al mismo periodo de 2020), el actual nivel de precios de los combustibles fósiles no invita a pensar en una crisis energética global.
Precios internacionales del gas natural (eje izquierdo, verde) y petróleo (eje derecho, azul) 2012-2022
El riesgo está en el petróleo
Pero ¿podría la escalada de los precios de la electricidad provocar una crisis económica de las proporciones que tuvo la crisis del petróleo hace 50 años? La respuesta pasa por comprender la estructura del consumo energético.
Aunque tengamos la sensación de que la electricidad es la principal forma de energía que utilizamos y de la que más dependemos, lo cierto es que no alcanza el 20 % del consumo final de energía, frente al 40 % que sigue representado el petróleo.
En 1973, cuando los precios del petróleo sufrieron el alza que desencadenó la peor crisis económica de la segunda mitad del siglo XX, el petróleo representaba casi la mitad del consumo final de energía del mundo. Es por eso por lo que la subida del precio de los combustibles derivados del petróleo sigue siendo, aún hoy, un fuerte desestabilizador de economías (para muestra, véase lo que está pasando en Kazajistán).
Deberíamos hablar de crisis eléctrica en Europa en lugar de hablar de crisis energética. Igual que deberíamos referirnos a la subida en el precio de la electricidad en lugar del alza del precio de la energía, como hacen los medios a diario. El precio de la electricidad no genera revueltas ni paraliza la actividad económica en Europa (todavía).
Consumo de energía final por fuente, 1973-2018
Incertidumbre eléctrica
Soy consciente de que a una buena parte de los lectores estas disquisiciones le parecerán banales frente a su factura de la luz. Lo que quieren saber es si la electricidad seguirá o no marcando máximos en los próximos meses. Es difícil de aventurar puesto que los factores estructurales, coyunturales y fortuitos que ya hemos enumerado siguen en marcha.
Si el invierno es frío, los precios seguirán en máximos.
Si no sopla el viento, también.
Si Rusia invade Ucrania, el precio del gas subirá.
Si el precio del gas en los mercados internacionales sigue al alza, los precios de la electricidad lo reflejarán sin duda.
Si más reactores franceses tienen que entrar en parada no programada, las interconexiones europeas podrían alcanzar su límite y forzar apagones en Francia y, a la vez, empujar los precios al alza en toda Europa.
Pero, al mismo tiempo, la demanda eléctrica de primavera es menor que la invernal y las rutas marítimas están abarrotadas de buques llenos de gas para Europa. Puede que ya hayan quedado atrás las peores semanas.
Estrechando lazos
Ante este escenario, muchas voces abogan porque España gane independencia energética cuando el país es prácticamente una isla eléctrica.
La Unión Europea recomienda que la capacidad mínima de interconexión entre países sea de al menos el 10 % de la capacidad de generación instalada en cada uno de ellos.
España es el único país de la Europa continental que no alcanza este umbral (los intercambios de electricidad internacionales en 2020 no llegaron al 3 %).
Tener más y mejor acceso al sistema eléctrico europeo, uno de los más robustos y seguros del mundo, aumenta la seguridad y continuidad del suministro. Además, incrementa la eficiencia de los sistemas interconectados, aprovechando la generación más barata de entre las disponibles, al permitir que la energía sea transportada desde donde cuesta menos hasta donde es más cara. También aumenta la competencia, en tanto que las importaciones de energía de otros países requieren de agentes que hagan ofertas más competitivas y logren que sean aceptadas, lo que trae consigo una reducción en el precio mayorista de la electricidad.
Dado todo lo anterior, las interconexiones juegan un papel clave en la integración de los mercados eléctricos y serán una de las maneras en las que, en el futuro, los precios de la electricidad volverán a su cauce.
En lo más inmediato, en las semanas que quedan de este invierno, es probable que se vuelvan a observar máximos históricos puntuales en los precios mayoristas de electricidad en España y en Europa. Pero, también, podría haber pasado ya lo peor de esta crisis de precios.
En cualquier caso, los datos disponibles de precios y estructura del consumo energético actual descartan que nos encaminemos, en el corto plazo, a una crisis energética global al estilo de la de los años 70 del siglo XX.
Mar Rubio Varas, Profesora titular de Historia e Instituciones Económicas. Subdirectora del Institute for Advanced Research in Business and Economics (INARBE), Universidad Pública de Navarra
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.