En la búsqueda de nuevas estrategias para la transferencia de conocimiento en el aula, las infografías poseen un gran potencial, porque:
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Permiten narrar historias acompañadas de gráficos y textos.
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Muestran una información atractiva para el público en general.
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Amplían las posibilidades en la docencia.
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Desarrollan destrezas en la utilización de las fuentes de información.
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Consolidan hábitos de disciplina, estudio y trabajo individual, ya que se pueden usar como técnica de estudio, pero también motivan al trabajo colaborativo e interdisciplinar.
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Sintetizan contenidos con fuerte carga visual, con diseños variados según la temática.
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Estimulan el pensamiento creativo y la dominación de herramientas TIC.
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Además de todo esto, sirven para diferentes tipos de edades; se puede usar tanto en una clase de infantil como en una universitaria.
Nuestro intelecto es visual
Dentro de nuestra investigación en diferentes aulas, hemos podido comprobar la importancia que tiene que el alumnado participe de manera activa en su proceso de aprendizaje. Si el alumnado se convierte en el protagonista en la adquisición de sus propios conocimientos, esto hará que entienda mejor y durante más tiempo.
Nuestro pensamiento es visual, sobre todo en la era de las pantallas en la que vivimos actualmente. Somos capaces de entender mejor las ideas que se plantean a través de conceptos visuales, y no solo a través de conceptos abstractos, como son la mayoría de los conceptos que se enseñan en el ámbito de las humanidades.
Cuando se nos presenta una información, ya sea de tipo didáctico o periodístico, lo primero que hacemos es leer el titular. Posteriormente, contemplamos las imágenes y finalmente, nos interesamos por el texto.
Varios especialistas han detectado que los alumnos se fijan más en los dibujos, imágenes o signos de sus libros que en el texto, aunque pocas veces los profesores hacen hincapié en ellos. Una imagen no es algo pasivo, no solamente expone, también manifiesta un problema, consigue que el espectador se haga preguntas y llegue a una solución.
Con las infografías se pueden mejorar las clases, hacerlas más amenas. Podemos conseguir que los estudiantes sean capaces de recordar una determinada ilustración, gráfico o mapa de la infografía, para a través de ella explicar conceptos complejos de definir.
Ligadas al conocimiento desde los orígenes
Las infografías han sido un método de trasmisión del conocimiento desde siempre, aunque no como las conocemos ahora. Los jeroglíficos (formados por un binomio de texto e imagen) podrían ser uno de los primeros orígenes de la infografía.
Los bestiarios medievales; los mapas cartográficos; los diagramas de árboles genealógicos; las diversas ramas de la ilustración científicas (medicina, botánica, ingeniería, etc.); los relatos gráficos esquematizados, reglados y sintetizados de Leonardo da Vinci, que pretendía transmitir información con imágenes apoyándose en el texto; los dibujos y anotaciones sobre la evolución, las ciencias naturales y los mapas de Charles Darwin… Todos ellos son mezclas de texto e imagen que pueden considerarse precursores de las infografías.
Su uso está cada vez más generalizado. Especialmente, en una sociedad del conocimiento donde cada vez hay más información y lo importante no es tanto ser capaces de memorizarla como ser capaces de discriminar cuál es la información correcta e importante.
Un método de evaluación alternativo
Si bien el examen es el medio de evaluación más empleado, existen otros medios escritos (por ejemplo, el póster, el portafolio y el proyecto) y orales (por ejemplo, el debate, la ponencia y la exposición) que constituyen producciones del alumnado y sirven para demostrar lo que han aprendido. En esta línea, diversos estudios han analizado el potencial de las infografías como recurso didáctico en el proceso de aprendizaje.
A lo largo del tiempo los centros educativos han ido integrando recursos para mejorar el trabajo de los docentes y ayudarles en su labor. Desde las pizarras, hasta, hoy en día, los ordenadores y las tabletas.
Los profesores siempre han utilizado materiales visuales para sus explicaciones. Por ejemplo, un esqueleto para dar anatomía, figuras tridimensionales para dar geometría o minerales para dar geología. Todos estos se usan como mediación para comunicarse con el alumno más fácilmente y llegar directamente a sus sentidos mediante la interacción de estos con los objetos.
Infografía y educación
Las infografías son utilizadas normalmente en el ámbito periodístico. Sin embargo, con ellas podemos exponer hechos, desarrollar situaciones, explicar historias, describir procesos, etc., por lo que su uso se está comenzando a esparcir a otros ámbitos, como el educativo.
Su empleo en la educación es muy novedoso aún, y presenta dos vertientes: por una parte, como un modo para presentar información en el aula y llamar la atención de los alumnos. Por otra parte, haciendo que el alumno realice una infografía para que desarrolle habilidades como la búsqueda, adquisición y asimilación de la información, ya que para plasmar una determinada información en la infografía hay que conocer en profundidad un determinado tema.
Nos enfrentamos a una realidad diferente, en la que hay que adaptarse a las circunstancias que puedan venir, y la covid-19 es muestra de ello. Debe haber una educación que llegue a las aulas, pero también a las casas, a los hospitales, a alumnos con necesidades especiales, etc. La educación visual y las tecnologías de la información y la comunicación son las grandes líneas del futuro de la educación capaces de conseguirlo.
Sheila Adán Lledín, Investigadora del proyecto de innovación docente interuniversitario INFOTIC-UCM, Universidad Complutense de Madrid
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.