Autores clásicos como Erikson ya postularon que, a lo largo de la adolescencia, necesitamos desarrollar ciertas cualidades. Entre ellas, la competencia, la fidelidad, la lealtad y la capacidad de amar.
Para hacerlo, se deben aprender herramientas propias y culturales. Destrezas que permitan establecer relaciones con el entorno en un periodo de importantes cambios, decisiones y asunción de riesgos. Teniendo en cuenta, además, un contexto de máxima demanda, dadas las altas expectativas depositadas en ellos.
“Estoy bien”
Un fracaso en la adquisición de estas cualidades personales conlleva una problemática psicoemocional importante en la edad adulta. Situación en la que predominan la autocrítica, la indecisión, la inseguridad, la desconfianza y la ansiedad relacional.
Este desarrollo de la identidad no es sencillo. En ocasiones, necesitamos enfrentar importantes dificultades personales para poder alcanzar el éxito en cada etapa.
Las redes sociales penalizan la exposición de estas dificultades. Premian la demostración de la cara más amable de la vida. Así, el adolescente actual construye su identidad con una necesidad absoluta de ser aceptado en ellas, con la consecuente exigencia de mostrar una imagen idealizada de sí mismo.
Esto ha repercutido negativamente tanto en la forma de verse como de mostrarse. Problemas relacionados con el control de impulsos, la propia imagen corporal o la gestión de emociones complicadas, como la tristeza o la ira, se han extendido entre los adolescentes.
Familia, educación y redes en Internet
El papel de la familia cobra más importancia que nunca en este proceso de desarrollo social. Sin embargo, en muchas ocasiones, es el adolescente el que debe educarla en el manejo de las redes sociales. Este es el motivo por el que la familia tampoco está sirviendo como revulsivo real a los riesgos inherentes a su uso y abuso.
Además, el rol de la familia en la vida del adolescente está en pleno proceso de reconstitución. Esto provoca un aumento de la conflictividad en las relaciones familiares que es necesario aprender a resolver para poder volver a esa función protectora del desarrollo individual del adolescente.
¿Qué papel desempeña la amistad?
En este contexto de desarrollo, la amistad se convierte en un eje esencial. Durante la adolescencia, aprendemos a definir nuestro concepto de amistad como primera relación afectiva fuera del entorno familiar.
Gracias a este vínculo aprendemos a resolver conflictos de forma constructiva. De hecho, en muchas ocasiones los amigos son el espejo donde miramos la idoneidad de nuestras acciones y nuestra forma de ser.
Como en cualquier tipo de relación, la comunicación es clave para que esta funcione.
Es fácil comprender que la comunicación en vivo y virtual son diferentes. En este sentido, las redes sociales han transformado por completo el concepto de amistad de nuestros adolescentes, perjudicando gravemente sus habilidades sociales y de comunicación.
Los canales de construcción de la amistad han cambiado. También la capacidad de mostrarse genuinamente en la relación se ha visto afectada por la expansión masiva de las redes sociales.
Las redes sociales también interfieren en la concepción de las relaciones sexuales
Otro aspecto importante ligado a la construcción de la propia identidad y el establecimiento de vínculos de amistad es el relacionado con el despertar sexual y las relaciones sentimentales entre los adolescentes.
Es frecuente que las primeras relaciones amorosas, sexuales o de pareja, surjan del grupo de amigos. Estas también se han visto gravemente afectadas por el uso masivo de las redes sociales.
Al final, tanto los principios directores como las conceptualizaciones de lo legítimo en una relación vienen determinados por la realidad expuesta en ellas.
La imposibilidad de filtrar toda la transmisión de valores en este contexto ha contribuido a un aumento de la violencia de género entre los adolescentes. Algunos de los factores que influyen en la situación es la accesibilidad a las agresiones, la normalización de la violencia o la desvirtualización de conceptos clave como la fidelidad, el respeto o el amor.
Redes sociales: “adicción sin sustancia”
En definitiva, las redes sociales se han convertido en la adicción sin sustancia más extendida entre los adolescentes.
Gran parte de las dificultades a las que se enfrentan día a día están relacionadas con el abuso de estas. Además, es frecuente que no exista conciencia de tal dependencia y que los efectos se encuentren de forma indirecta en aspectos como el rendimiento escolar o el estado de ánimo.
Aunque no todo en su uso es negativo, es necesario mantener la supervisión por parte de los adultos. El objetivo: garantizar un uso adecuado que proteja el correcto desarrollo del adolescente.
Mónica Moreno Aguilera, Profesora en Grado de Psicología. Psicóloga Sanitaria y Forense, Universidad Nebrija
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.