¿Podemos realmente establecer un vínculo entre el cambio climático y esta ola de calor excepcional?
Varios récords batidos
El récord absoluto de temperatura en Canadá, de 45 °C, había sido establecido el 5 de julio de 1937 en la provincia de Saskatchewan. Fue superado tres días seguidos en Lytton, en la provincia de Columbia Británica. Hizo 46,6 °C el 27 de junio, 47,9 °C el 28 de junio y 49,5 °C el 29 de junio.
También fueron batidos varios récords de temperatura en la provincia de los Territorios del Noroeste de Canadá. En EE. UU., varios récords de temperatura también fueron batidos en Seattle y Portland, entre otros lugares.
Otro hecho sorprendente fue que las temperaturas fueron significativamente más elevadas de lo normal durante ese periodo del año. Por ejemplo, se registraron temperaturas de 20 °C por encima de lo normal en Portland, EE. UU.
En Canadá, el calor extremo y la desecación de la vegetación han aumentado el riesgo de incendios forestales. Centenares de incendios forestales han sido declarados en Columbia Británica desde principios de julio.
El lunes 5 de julio se contabilizaron alrededor de 200 incendios activos, de los cuales un tercio eran considerados fuera de control. El 90 % del pueblo de Lytton fue devastado por un incendio forestal, forzando la evacuación de la población en un corto plazo.
El fenómeno del domo de calor
Los anticiclones (sistemas de alta presión) están normalmente asociados al buen tiempo y al cielo azul. Sin embargo, cuando un anticiclón permanece mucho tiempo sobre una misma región debido a un bloqueo atmosférico, que impide su desplazamiento, esta situación puede dar lugar a una ola de calor. En el caso de la que afectó al oeste del continente norteamericano, el anticiclón permaneció una semana sobre las regiones afectadas.
El bloqueo atmosférico que causó este domo de calor se conoce con el nombre de bloqueo en omega. Normalmente es este tipo de bloqueo es el que causa las olas de calor en esta región. El sistema de alta presión alcanzó valores récord; sin embargo, estos valores fueron mucho menos excepcionales que las temperaturas extremas observadas.
Esta ola de calor fue algo nunca visto, hasta tal punto que los meteorólogos se preguntaron si este evento, previsto por los modelos atmosféricos, era un error de dichos modelos.
La salud pública en juego
Esta ola de calor excepcional tuvo impactos importantes sobre la salud de la población afectada. Puesto que se trata de regiones que no están acostumbradas a unas temperaturas tan elevadas, la población está menos preparada para afrontar el calor sofocante. Por ejemplo, un informe de BC Hydro publicado el año pasado halló que el número de hogares con aire acondicionado en Columbia Británica es de solamente 34 %.
Entre el 25 de junio y el 1 de julio de 2021, Columbia Británica registró 719 decesos súbitos e inesperados (debe tenerse en cuenta que se trata de resultados preliminares), lo cual es tres veces más de lo normal en esa época del año. La ola de calor probablemente contribuyó significativamente a este aumento de fallecimientos, pero no sabemos todavía cuántos de esos decesos se le pueden atribuir. En la mayoría de los casos se trataba de personas de avanzada edad que habitaban solas en sus domicilios particulares sin una ventilación adecuada.
Otra consecuencia negativa de la ola de calor es la degradación de la calidad del aire, ya que las condiciones meteorológicas asociadas a las olas de calor (estabilidad de las capas bajas de la atmósfera, temperatura elevada, presencia de la luz del sol y viento débil) son favorables a la formación y a la concentración de contaminantes atmosféricos como el ozono y las partículas finas. Además, el humo de los incendios forestales contribuye a degradar aún mas la calidad del aire.
Canadá se calienta mas rápido
Canadá está siendo y será particularmente afectada por el cambio climático, según el Informe sobre el cambio climático de Canadá, publicado en 2019. En efecto, Canadá se ha calentado y continuará calentándose a un ritmo dos veces más elevado que el resto del mundo.
Con el calentamiento global, las temperaturas extremadamente elevadas se han vuelto y se volverán más frecuentes e intensas, lo que aumentará la severidad de las olas de calor y el riesgo de incendios forestales. La ola de calor que ha afectado al noroeste americano se inscribe, por consiguiente, en esta tendencia.
Sin embargo, es importante precisar que no podemos imputar un fenómeno meteorológico preciso, como esta ola de calor, al cambio climático de origen antropogénico, es decir, al calentamiento global causado por la actividad humana (que es la principal causa del cambio climático).
Lo que podemos analizar es la manera en que la probabilidad o la intensidad de un cierto tipo de evento extremo ha cambiado a consecuencia del aumento de la concentración de gases de efecto invernadero provenientes de las actividades humanas.
El riesgo de incendios forestales aumentan
Este ámbito de la ciencia del clima, conocido bajo el nombre de “atribución de eventos”, ha sido aplicado a varios eventos extremos que han tenido lugar en Canadá. Por ejemplo, un estudio sobre los incendios forestales de Fort McMurray, Alberta, en 2016 concluyó que el calentamiento de origen antropogénico había aumentado la probabilidad de riesgo de incendios forestales extremos en el oeste canadiense. En otras palabras, hubiese habido menos posibilidades de que se produjesen los incendios forestales de Fort McMurray en un mundo sin calentamiento global de origen antropogénico.
Puesto que la ola de calor que afectó al oeste americano ha tenido lugar recientemente, habrá que esperar todavía un tiempo antes de que se publiquen estudios de atribución de eventos en una revista con revisión por pares. Un primer análisis rápido de esta ola de calor ha concluido que esta habría sido prácticamente imposible sin el calentamiento climático de origen antropogénico.
Olas de calor como esta se volverán mas frecuentes con el cambio climático, con consecuencias nefastas para las poblaciones afectadas. Si conseguimos limitar el calentamiento a 1,5 °C en lugar de 2 °C, podríamos reducir entre 420 millones y 65 millones el número de personas expuestas, respectivamente, a olas de calor extremas y a olas de calor excepcionales.
Desafortunadamente, no estamos en camino de alcanzar el objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura a mucho menos de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, e idealmente a 1,5 °C. Más bien nos dirigimos hacia un calentamiento de 3 °C a lo largo de este siglo, lo que tendría consecuencias negativas significativas para la salud humana. Todavía estamos a tiempo de tomar el buen camino, pero es necesario actuar rápida y firmemente.
Marta Moreno Ibáñez, PhD candidate in Earth and atmospheric sciences, Université du Québec à Montréal (UQAM)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.