El documento radiografía el estado de salud del conjunto de las empresas y organizaciones que desarrollan una actividad relacionada con el cultivo y el cuidado del viñedo; la vendimia; la vinificación; la fermentación; el almacenamiento; el embotellado y comercialización de los vinos y cavas. ACCIÓ ha presentado este lunes el estudio en Vilafranca del Penedès, junto al clúster vitivinícola de Catalunya, INNOVI.
El informe muestra que hay 1.384 empresas que se dedican al sector (un 62% más en 2016), que emplean a 10.460 personas trabajadoras. Se trata de un tejido empresarial consolidado, en el que la mayoría de compañías, el 81,2%, tienen más de 10 años de vida. El documento también apunta a que el 95,7% de las empresas catalanas de este ámbito son pymes.
Por lo que respecta a los segmentos de negocio, la mayoría de actores del sector se dedican a la producción y elaboración del vino y el cava (86,3%). Estas compañías facturan el 89,5% del total de volumen de negocio y emplean al 92,4% de los trabajadores. En este sentido, las bodegas se erigen como tractor del ecosistema, aglutinando al mayor número de empresas, volumen de negocio y puestos de trabajo. Las empresas que ofrecen servicios transversales al conjunto de la cadena de valor son el 8,3% del total, mientras que las distribuidoras y comercializadoras representan el 5,4%.
Cataluña, potencia exportadora
El informe destaca que prácticamente la mitad de las empresas del sector vitivinícola (49,5%) son exportadoras. Según datos recogidos en el documento, en 2023 las exportaciones de Cataluña de vinos y cavas sumaron 615 millones de euros, cinco veces más que el volumen de importación de estos productos.
A lo largo de la última década, Cataluña ha exportado el 21,1% del conjunto de las ventas de vino y cava del Estado al exterior, siendo el territorio líder tanto en número de empresas que hacen negocio internacional como por volumen de negocio generado. Por países, Alemania, Estados Unidos, Bélgica, Reino Unido y Japón son los principales destinos de los vinos y cavas catalanes.
El sector vitivinícola catalán es referente en el mercado global. Según datos de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), Italia, Francia y España son los tres primeros países en lo que se refiere a producción mundial del vino, aglutinando entre ellos más del 50% de la fabricación total.
Denominación de origen referente del sector
El documento muestra que Cataluña es uno de los territorios con mayor prestigio internacional en cuanto a calidad vitivinícola, cultivo, elaboración y también distribución. En este sentido, el mapeo señala que las 11 Denominaciones de Origen competencia de la Generalitat concentran el 41,5% del total de botellas de vino consumidas, según datos del Instituto Catalán de la Viña y el Vino (INCAVI) . Asimismo, el informe destaca que hay 19 vinos catalanes que tienen el distintivo de vino de finca calificada (VFC) que otorga el Govern y que se trata del máximo reconocimiento de calidad para potenciar el conocimiento y prestigio de la cadena de valor de esa bodega.
Retos y tendencias del sector
El ecosistema del vino experimenta un proceso de transición, con dos claras líneas de transformación: por un lado, la apuesta por la sostenibilidad y la optimización de los recursos para la elaboración y cultivo del producto, y por otro , la consolidación del uso de la tecnología y el ámbito digital como elemento potenciador de la cadena de valor.
Desde el punto de vista de la producción sostenible, el sector vitivinícola trabaja para reducir el consumo de agua, aumentar los procesos de economía circular y de regeneración y reutilización de los suelos, con el objetivo, en definitiva, de reducir la huella ambiental en todo el proceso industrial. Esta tendencia hacia la sostenibilidad hace que el sector experimente una etapa de innovación, encaminado a ofrecer productos más saludables, aumentar la oferta de vinos ecológicos, ampliar la variedad de sabores y, también, ofrecer vinos considerados premium .
El documento también subraya la introducción de tecnologías como la inteligencia artificial, el big data y la robótica, entre otras, que cada vez tienen mayor peso dentro de la cadena de valor vitivinícola. En este sentido, el despliegue de estas herramientas contribuye a tener un mayor grado de control en todo el proceso de cultivo, elaboración y producción del vino. También en la comercialización, donde ofrecer una trazabilidad óptima a los consumidores ayuda a mejorar el prestigio y aumentar el peso en el mercado.